
Sigue perdido en cavilaciones, la cortina se mece suavemente, ella lo observa. Puede ver que la riqueza que lleva dentro se escapa en pequeñas dosis. Hay algo mágico dentro de esa figura que se desespera por salir. Golpea, se hincha, explota cuando implosiona reflejando destellos en los fríos muros. Atrapado en el ya no mas, y en el todavía tampoco, duda y prende una vela temerosa en el medio del piso. La danzante luz alterna rincones de oscuridad con pequeños oasis. Ahora puede verlo mejor. Hay pequeños rastros en su sonrisa de un mundo interior fértil y vivaz. Algo en pequeños instantes de su mirada, en algunas tonalidades de tus palabras, que refleja un gran potencial de tormentas de cambio. De luces que queman el aire. De terremotos capaces de arrancar de raíz los paisajes y ponerlos de cabeza. Esta misma torre podría caer como un mal recuerdo. Pasa el tiempo con sus manos, que construyen belleza, la escriben, la interpretan, la tocan, la pintan. Sus manos producen vibraciones que exasperan a las sombras que lo cubren y la conmueven a ella, mientras lo mira. Sus manos construyen realidades. Se acerca. Tal vez debería hablarle, decirle que debería intentar correr la cortina, atravesar los pesados barrotes para descubrir que no lo son. Pero es difícil. Su voz no logra atravesar las sombras. Rebelarse al mundo requiere rebelarse contra sí mismo y así revelarse. Asumirse para consumirse y rehacerse. Hacer. El cambio es permanente. Reconocerse las heridas, lamerlas, cuidarlas para curarlas… en el difícil equilibrio de no quedarse subsumido en ellas… buscando un lugar equidistante de resolución para luego meterse activamente en el alud del cambio. Los miedos siempre están presentes, nos sabemos vulnerables, nos sabemos hombres sensibles, mortales, presos de la ira, el amor, el dolor, la bronca, el odio, la felicidad… presos de un mundo que se ha hecho cárcel, que nos oprime con paredes subliminales, de creencias y tradiciones, de moderna modernidad que nos avejenta. Y aunque las musas nos hagan libres, somos esclavos. Pero es sabiéndonos esclavos que podemos proponernos romper nuestras cadenas, las que nos sujetan a las otras cadenas. Se sienta del lado de la cortina y lo mira. El mira los barrotes y duda. Ella estira su mano y atraviesa la cortina, toca su cabeza y lo acaricia. El se asusta y desconfía. Se retrae, se entrega y vuelve nuevamente sobre sí. Ella espera que el también tienda su mano y compruebe la vulnerabilidad de su prisión y reconozca la posibilidad de erigir un mundo distinto. Tal vez así pueda abrazar el mundo actual sin miedo, seguro de sus pasos. Tal vez así los golpes dejen de ser mortales, se termine con las agónicas incertidumbres. Tal vez así pueda tener miedos, golpes e incertidumbres que en lugar de paralizar lo lleven a superarlos. Le susurra:
- El mundo es nuestro compañero. Cuando rompamos nuestras cadenas seremos libres de cambiar el mundo, este mundo que nos ata con cadenas. Sin cadenas construiremos y

2 comentarios:
I like your blog.
credit report
Guau. Ai laic ior blog tuu.
Zarpada combinación del teorema de la caverna con altas dosis marxistas y mucha pintura, densa, espesa... tangible. Merecedor de un guau.
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