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lunes, 29 de diciembre de 2008
RAMZI
Miraste las mantas en el piso que te rodeaban, toda la familia se encontraba levantada. Corriste hacia fuera asustado, un mal presagio te invadió. Asomaste tu reseca piel por la puerta, entornaste los ojos resecos ante el saludo del sol, buscando una cara conocida. Nada, puro revuelo y caos. Ramzi, el menor de la familia. Hoy era tu turno de intentar cruzar la frontera para conseguir agua. Pero… ¿Para que caminar tanto para conseguirla? Porque a tu alrededor ya ni lágrimas derraman las mujeres que lloran a sus hijos. La piel reseca del sol. Las manos resecas del trabajo. Los ojos resecos del llanto, el corazón reseco del dolor.
Volviste a entrar en el cuarto rápidamente. Estabas desesperado pensando en lo peor. Buscaste tu ropa, tomaste un poco de agua caliente del sol y guardaste una gomera en el bolsillo. Afuera los rumores fueron tomando cuerpo. Pudiste escuchar con claridad: israelíes, ejército, tanques, tropas movilizadas, frontera… frontera… frontera. Esa palabra aterradora. Realidad a la que te enfrentabas día a día para obtener un mendrugo de pan, un poco de agua, algo de dinero. Era como un animal salvaje hambriento, podías cruzarla si dormía… pero cuando despertaba dejaba tras de si un reguero de sangre y un tendal de muertos. Un pueblo entero enlazado por una gigante cuerda de horca que marcaba los limites del territorio. Una puerta a la tierra, al mundo, que alguna vez se apropiaron tus opresores para encerrarte en vida en un circo romano de la modernidad. Que cantidad de cosas horribles e irracionales encierran las arenas de tu pueblo, la sangre derramada en los límites de tu asentamiento. Y para vos no es más que la normalidad. Tu terrible realidad cotidiana, de cacheos, de golpes y vejaciones, de tus hermanas violadas, de tu padre asesinado, de tus ojos bautizados con la muerte de un fusil cuando eras un niño. La de tus amigos que ya no veras. La de los bombardeos y fusilamientos. No sabes como llegaste a esto, ya estaba cuando a los empujones saliste del vientre de tu madre y casi mueres por la falta de asepsia, por el hambre, por la desnutrición. Tus primeros años de vida son estos, los del ahora… la palabra mañana es poco utilizada y estos pocos años han perdido ya, todo rasgo de inocencia. La muerte es una amiga que puedes encontrar a la vuelta de tu casa, y el dolor es un compañero diario de tu vida. Cuando seas grande, repites, quieres liberar a Palestina.
El sol quema tu frente mientras todos estos pensamientos queman tu cabeza. El hambre quema tu estomago. La ira quema tus puños. Caminas juntando las piedras del camino.
Tu familia, como muchos otros, corrieron a buscar armas. Una nueva amenaza de guerra. Las tropas israelíes se dirigen a la frontera con Gaza. Vos no sabes, pero los noticieros de todo el mundo hablan de miles de Ramzis anónimos. Números de frías cifras de cuerpos fríos de muerte. Vos no sabes ni te importa. Eso pertenece a un mundo de leyenda que ni siquiera puedes imaginar.
Cada paso tuyo en la tierra de tu pueblo te dicen que es robado, porque no es tu tierra. Pero vos sabes que si. Sabes que en esa tierra diste tus primeros pasos, jugaste a las escondidas, vertiste tus primeras lagrimas al ver morir a tus hermanos, vertiste tus últimas lagrimas antes de acostumbrarte.
Llegaste con tu cántaro a la frontera. Ni un alma, solo oficiales israelíes. Todo cerrado. Los alambres de púas te invitan a un abrazo. Los rifles de los guardias te siguen amenazantes, paso a paso.
Se abre la frontera. Sus fauces rechinan y sus dientes de púas sangran. Un tanque se abre paso, como una lengua ponzoñosa. Te detienes frente a él. Dejas tu cántaro en el piso. Tensas tus músculos y metes la mano en el bolsillo. Tomas la gomera. Tomas la piedra mas pesada. Tus ojos resecos se prenden fuego. El sol quema tu frente. El hambre quema tu estomago. Los pensamientos queman tu cabeza. La ira te quema los puños. Una bala quema tu carne. Cierras los ojos en el suelo y sueñas como tus hermanos queman al monstruo de la frontera y toda la tierra se hace libre y se llena de vida.
La muerte quema tu vida. El sionismo, a Palestina.
Miles, apoyamos tu sueño.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Mi brindis de fin de año
Salud!
lunes, 22 de diciembre de 2008
rejas
Luego del atardecer, cronos sigue su curso y el sol guarda su traje de lava cuidadosamente, se apaga de apoco, vuelve a su rojo intenso de vergüenza por los seres encendidos en su jornada, se esconde dando un guiño a la luna que a comenzado a aparecer. Las estrellas, de apoco recuperan su brillo. Las estrellas fugaces recorren el infinito haciendo recuento de los estragos del sol. Abajo, sobre el verde pasto, un montón de hierros retorcidos yacen. Aun humean. Aun se escucha crujir su alma. El frío comienza a endurecer la aleación, ya termina la agonía. Mira al cielo y se maldice por su por su flaqueza. Rendirse ante un astro, rendir su firmeza, su rudeza, su porte de fortaleza ante un astro… ante un astro que obedece, también, a otras fuerzas, obligado a ocultarse y despertar rítmicamente, una grieta en su omnipotencia, tan poco dueño de si mismo también. La luna la baña en plata. Se duerme. Sueña su nueva forma de llave y cerradura, para abrirse y cerrarse sin morir en el intento. Espera al herrero que se apiade de ella con la nuevas luces del día.
jueves, 18 de diciembre de 2008
Esfera
martes, 18 de noviembre de 2008
TORMENTA DE VERANO
Camina por el pasto, descalza. El verde mullido hace cosquillas en mis pies. Los cardos son tan brillantes en sus flores y hojas que son fáciles de esquivar. Se acerca al borde de un arroyo y se sienta a mirarlo. El agua golpea las piedras y emana un melodía armoniosa. El sol juega y transforma el arroyo en múltiples espejos que encandilan. Se recuesta a su vera mientras juega con las piedras más pequeñas de la orilla, pero sigue alarmada. Tiene la piel erizada y algo le indica que no todo esta bien, y es ahí cuando lo nota… el silencio de las aves. No hay pájaros cantando. Mira hacia todos lados pero es imposible encontrar siquiera uno. Solo ha quedado un grillo, evidentemente perdido en la cronología del tiempo, frotando sus patas… toda la noche, toda la mañana… se han gastado y suena a lata.
Un poco de tierra entra en sus ojos que buscan, se sacude y llora un poco. Se despeina… el olor intenso de la tierra invade su nariz. El viento la golpea, la empuja, como si quisiera sacarla de ese paraíso. Todo se vuelve negro. El sol fue secuestrado del firmamento por un par de nubes negras repletas de dagas de agua y choques eléctricos. Corre y se refugia en unas matas de frambuesas. Ya le parecía que algo no andaba bien. La lluvia arremete con violencia y sacude toda la paz del mediodía. Los árboles gimen mientras sus brazos tan abiertos se cansan y se vencen, cayendo al piso en ramas todavía vivas en camino de muerte. El arroyo se transforma en una víbora de agua que devora todo a su paso. El grillo se ha callado en un llanto ahogado.
Todo bajo sus pies se vuelve barro. El piso se mueve y se resbala, cae, rueda, se encastra de tierra negra vomitada por el cielo. El frío se apodera de sus pies, de sus manos, de su cuerpo. Su cara se endurece con un gran escalofrío y pasa así las horas, hasta que deja de llorar. Los músculos de su cuerpo están tensados y cansados del llanto.
Sus ojos hinchados casi no pueden cerrarse.
Las ultimas lagrimas recorren el lecho del arroyo… su pradera ha cambiado y sabe que ya no volverán los pájaros.
Busca en su mochila sus zapatos para poder caminar en el lodazal sin lastimarse.
viernes, 31 de octubre de 2008
Anciana
Esa vida donde la juventud y la adultez se escurren entre los números negros de los almanaques esperando los colores rojos del descanso. Un domingo, un feriado. Un día de descanso, de familia o de quehaceres en la casa.
Tampoco vi sus dientes, pero seguro faltarían, seguro estarían desgastados de años de carne dura y pan de ayer… y mate, mucho mate.
Final común para una clase. Esa que nace a la vida que ya le han digitado. La escuela, un poco de “urbanidad” y conocimientos varios para el correcto desempeño en la vida. Un poco de disciplina y respeto a la autoridad, fundamental para cumplir su cometido… obedecer, trabajar, tener una familia y así continuar una y otra vez. Una familia que generación tras generación busca en sus hijos lo que sus padres no tuvieron dejando una genealogía de frustraciones en la historia. ¡Que pronto se desvanecen las ilusiones de los cuentos de hadas! Llegar trabajosamente a la adolescencia y atravesar el umbral del mundo exterior… el trabajo, las responsabilidades. Dos pasos y la espera una fábrica que poner a funcionar, una casa de familia para limpiar, una oficina o el desempleo. A partir de allí sus años descontaran vida. Algunas alegrías momentáneas y un tendal de sueños esparcidos por el piso. Todo más adelante… Ya llegará. Pero este no es más que el último sueño que verá derrumbarse. Cuando sus huesos ya no sean firmes y sus músculos pierdan tensión. Cuando sus ojos pierdan brillo y se gasten. Cuando el paso firme quede a la retranca del andar lento e inestable. Cuando la cintura se doble ante el peso de los años. Cuando el trabajo haya consumido toda la fuerza vital y sólo quede un saco de sentimientos y recuerdos… nuevamente el umbral. Esta vez cruzarlo es morir en vida. Los años de trabajo y esfuerzo acumulado no cruzan con ella el umbral. Mira para atrás y nota que alguien se los ha robado. La estafaron. Por delante la espera la miseria de la jubilación de hambre, un servicio de salud insalubre y un banco de una plaza enrejada.
Igual camina, por sus hijos, por sus nietos, porque sabe que fue fuerte y sabe que dio todo, porque se sabe merecedora de una recompensa luego de tantos años. Un descanso de ya no correr tras los números negros del almanaque, ahora todos sus días podrían ser feriados y domingos y dormir, pasear, cocinar los fideos de los domingos al medio día para su familia. Nada, camina un tiempo hasta que se cansa. Se agota, se ahoga. La ira y la bronca ya no encuentran fuerza en los puños para blandirlos en la cara de quienes le han robado. Su boca balbucea estridentes palabras cuando escucha en la tele a los políticos hablar del bienestar social. Se estremecen sus nervios al recordar los años de trabajo, los esfuerzos dedicados, las veces que no ha vivido por cumplir. Pero su cuerpo se agotó y ya no responde. Maldice nuevamente y se cansa. Camina unos pasos y se sienta, en la esquina, a retomar aire.
Un extraño vapor se apoderó del aire y todo se volvió etéreo. Dos sombras danzan en la cortina de cristales húmedos y se derriten y funden con el calor. Dentro, las sensaciones liquidas se apoderan de la esencia y un mar de lentejuelas brillantemente blancas resplandecen y enceguecen. Vibran sobre la superficie, se hinchan y tensionan, mientras la marea aumenta. Las sombras y reflejos se confunden, el tiempo se detiene en las sensaciones pero marca su paso en las arrugas de la piel. Las figuras se tantean y se miden. Las gotas se deslizan sobre la piel rápidamente, vergonzosamente. Se abrazan los tres. Se abrasan. Los ojos se buscan entre los pelos que se pegan al cuerpo, que caen sobre la cara como pesados telones de una vieja sala de teatro. Los labios tienen sed a pesar de estar embebidos en agua, brillantes, húmedamente suaves. Las pestañas no dan abasto para proteger las pupilas encendidas. Hay sonidos acompasados del agua mas audaz. Sonidos de gotones desbordantes sobre el agua acumulada entre los cuerpos. Las sombras se aferran para no perder el equilibrio, el mundo se ha dado vuelta y el ambiente acuoso confunde. Las sensaciones se multiplican, la piel se transforma en una ramificación de terminales nerviosas hiper sensibles que se rozan y frotan lubricadamente. No solo el agua ha olvidado su contexto, las figuras también vuelven a su naturaleza, llevadas por impulsos que los habitan desde hace miles de años. Toda la superficie de la piel es recorrida y reconocida entre besos, caricias y gotas. Los ojos cerrados sólo sienten. El agua entra por sus poros y sus bocas abiertas. Se olvidan de respirar y mueren con un gemido entre los labios.
viernes, 24 de octubre de 2008
desvarios
Una mano tendida a un vacío que nunca termina de caer
Una sonrisa fingida
Una duda carcomida por olas de tiempo que no van a volver
Es que buscamos atajos,
Salidas de paso que solo logran volvernos a perder
Los ojos cerrados no son buen consejo a quien quiere aprender
Heridas que no cierran
Injusticias que duelen
Un mundo vedado, una cárcel gigante que debemos vencer
domingo, 19 de octubre de 2008
Flashes de sueños
(Lore se murió, pero habla.) Está tirada sobre los adoquines, húmedos y oscuros. Todo está oscuro. Es de noche y hay silencio... sólo escucho que ella habla. (La pisaron. Su hija no la quería). Y las palabras van sonando como ecos cavernosos en mi cabeza. Me desespero. Entro a mi casa a buscar ayuda. (El piso mojado). Dentro de mi casa el piso también esta mojado... Encuentro a mi compañera de casa, que se mueve por el living chapoteando como si nada. No hay agua. No hay una persona muerta en la puerta de la casa... Habla por teléfono y se arremolina un mechón de pelo mientras se mueve con prisa (tiene una conferencia). Le hablo, pero no me escucha. Tal vez esté sonámbula... Tal vez tenga en mente algo demasiado importante y me ignora deliberadamente. (Va al baño y se queja del cinto de la pollera). La escucho a través de la puerta. Pienso que tal vez volvió a la realidad, que se despertó y ahora podría escucharme. Pero sale del baño, mientras estira su pollera por los costados, toma las llaves de la mesa y encara la puerta. (Se va). Me deja sola. Evidentemente esta todo en mi cabeza. (Me quedo con la compu, no puedo dormir). (Lore me habla y me habla...) y no se qué hacer. (Me escapo a la terraza. La gente pasa. Es muy de noche. Les digo lo que pasa. 3 que pasan, me miran y se ríen. Intentan subir por los techos. Me enojo y tomo vuelo. Dos, se asustan y huyen. El tercero, me dispara... y alguien lo mata). Cuando lo escucho caer del techo, me despierto.
(*) lo que esta en paréntesis, son las partes del sueño que anoté al despertar.
libreta
Intenté ordenar el desorden. La semana ajetreada. Los malestares y los encuentros dejaban tras de sí, ropa y papeles, sábanas revueltas en la cama. Terminé así nomás. Las ganas de acostarme eran muy fuertes. No tanto el sueño o el cansancio, sino las ganas de cerrar los ojos para sentir más fuerte una interesante sensación de paz. Del pucho de la obra terminada. De la desangustia de las palabras habladas. Reconfortada. Me ganó la cama y el colchón alegre de poder respirar, destapado. La luz azul se encendió para pintar la oscuridad y emanó la extraña música del fin de semana. Las notas de terror que tanto asustaron, me paseaban por imágenes, por galaxias, por sensaciones. En el medio, otro sonido se filtró. ¿Un reloj? ¿En el cajón de la mesita de luz? Un tic tac extraño, acompasaba el hipnotismo de la luz azul. Mi espalda se estiró esperando. Cuando ya desistía, tu mano se posó en ella y la acarició, descuidadamente, como un acto reflejo. Como respuesta inconsciente al llamado desesperado de mi piel. Mi espera se abrió en cientos de manos que tomaban tu mano, en bocas que la besaban, todo mi ser te abrazaba y devoraba en los 10 cm2 de contacto.
No sólo la angustia y la ansiedad aleja el sueño, toda sensación intensa es una danza mental contra Morfeo. Prendí la luz y busqué inquieta mi libreta. Hace más de 10 días que no la abría. Esta noche, es una compañía necesaria. Recibe placenteramente mis palabras mal escritas y desprolijas. Ansiosa de mis secretos. Nunca es suficiente. Siempre falta algo más para ser mejor, pero todo siempre es perfectible. Es, tal vez, un sendero sin llegada. Una escalera sin fin, que se sube o se baja. Aprendiendo a ver los rellanos. Sentarse. Hacer un pequeño balance y sonreír por todo lo que falta, pero con un poco más de seguridad de poder seguir probando.
Los tiempos no son los mismos. Las tareas se multiplican. La mente y nuestras fuerzas son exigidas. Cada escalón ascendido nos permite ver los siguientes por subir.
Me paro en el rellano. Me siento. Sonrío. El camino se aclara y se hace menos duro. Estiro mi mano y tomo la tuya... el camino se llenó de perfume y de luz.
El sonido se transformó en voces. Tal vez del espectro de la esquina del sótano. Vuelvo a sonreír.
El tic tac no es un reloj desconocido. Es el aleteo del ventilador que ya había olvidado. Hoy el día luce una hora menos, pero fue un hermoso día.
Si, comienza un verano. Me voy con los sonidos, el ventilador, las sábanas revueltas, el ser que duerme en mis pies y el ser que habita bajo mi cama. Me voy a tu encuentro para retomar el camino con más fuerza.
lunes, 13 de octubre de 2008
palabras paredes escaleras
Sigamos practicando en las paredes, mientras derrumbamos otras.
Te veo en un rato.
Invitacion
El 30 de octubre del 2007, se fundó el “Club de los Noctámbulos”. La idea del mismo se generó pensando en toda esa gente que crea mediante la escritura. Parte de esa creación muchas veces se desarrolla en la noche donde uno siente una especie de comodidad incomoda que te mantiene despierto navegando en la noche. Hoy el club tiene vida propia gracias a los socios. Podríamos decir que el Club tiene su propia noche. Y para festejar su tiempo de vida organizamos un lectura con los socios del club el miércoles 15 de cotubre a las 23hs (en Elebar, Nicaragua 5001, Uriarte y Nicaragua, Palermo) y quiero contar con tu presencia
viernes, 10 de octubre de 2008
CRISIS CAPITALISTA - ZANON
El 2001 significó para la gran mayoría de nosotros un terrible golpe. La devaluación destruyó nuestros salarios. A los bancos les pesificaron las deudas y perdimos nuestros ahorros. Los empresarios declararon quiebras y despidieron trabajadores, para luego recomenzar su ciclo recuperando rentabilidad en base a una enorme precarizacion laboral y salarios de miseria. El campo depredó el medio ambiente para plantar soja y se enriqueció con el trabajo esclavo de los peones rurales. El gobierno inundó sus arcas con nuestros impuestos, con desocupados que cobran $150, presupuestos educativos, de salud y jubilaciones de miseria. Pagó al FMI a costa de todo esto. Subsidió a las empresas con millones. La crisis que ellos provocaron la pagamos nosotros. Como hoy hacen los grandes centros imperialistas, salvan a los grandes bancos y las grandes empresas mientras la gente se hunde en las deudas y pierde sus casas.
Pero el 2001 también nos dejó otras cosas. Las asambleas populares, la organización de los desocupados y las fábricas recuperadas por sus trabajadores. Mientras los patrones huían dejando un tendal de trabajadores y sus familias en las calles, ellos las retomaban para ponerlas a trabajar. Un caso emblemático es el de los ceramistas de Neuquen (Zanon), quienes llevan 7 años de gestión obrera de la fabrica, sin patrones, sin el estado… crearon cientos de puestos de trabajo y colaboraron activamente con la comunidad, donando cerámicos para la construcción de salas de hospitales y escuelas, colaborando con los fondos de lucha de otros trabajadores en conflicto, aportando con su experiencia en cada punto del país y el mundo que se los requería. Los trabajadores de Zanon son un ejemplo de que las crisis capitalistas no tenemos que pagarlas los trabajadores, y no solo eso, sino que somos los únicos que podemos darle una salida progresiva para el conjunto de la humanidad, organizando la producción nacional en función de las necesidades sociales y no de las ganancias de un puñado de empresas y especuladores que no dudaran en hundirnos con tal de salvarse.
Zanon es mucho más que una gran lucha, es una bandera que hoy debemos alzar bien alto cuando la crisis comience a repercutir directamente sobre nosotros. Es una perspectiva de superación del capitalismo moribundo.
Hoy quieren sacarle la fábrica a los obreros. Defender Zanon bajo control obrero y lograr su expropiación es el primer paso necesario para enfrentar la barbarie que se avecina y dotarnos de un programa que permita liberarnos de este sistema de decadencia. Se avecinan tiempos tumultuosos. La catástrofe capitalista pondrá al orden del día las palabras de Lenin sobre nuestra época, una época de crisis, guerras y revoluciones. El temor evidenciado en la cara de los grandes saqueadores de la humanidad es un llamado de urgencia a que nos organicemos y tomemos cartas en el asunto. La historia se está re-escribiendo y no podemos seguir siendo meros espectadores, sino nuevamente decidirán por nosotros y ya han demostrado suficientemente que cada una de sus decisiones equivaldrán a mayores sufrimientos para las masas desposeídas y oprimidas, a los trabajadores, a los jóvenes, a las mujeres.
Los capitalistas hunden al mundo en el caos y la miseria. El capitalismo ha demostrado que merece perecer. Es hora que tomemos en nuestras manos nuestro destino. Es hora que gobiernen los trabajadores.
miércoles, 8 de octubre de 2008
Dulzura
Ayer me recosté y me hundí… y me sentí mejor. Pero no me tragó el colchón. Puse mi cabeza en tu pecho y sentí que no tenía que temer. Tu cuerpo se transformó en un algo cálido y mullido, que recubrió mi cuerpo rebelado. Tus manos acariciaron mis angustias buscando alejarlas. Tu voz susurraba un bálsamo de placidez mientras tu calor derretía las estalactitas que se habían formado dentro mío. Transformar lo que podría haber sido una dura noche, antesala de un terrible día, en un desvanecerse temporario. Una mano al otro lado de la cortina. Un beso al otro lado mármol. Tu calor al otro lado de mi lado. Aunque todavía mi cabeza aguijonee… puedo sacar de mi memoria esa dulce sensación, verla, olerla, saborearla, y palear un poco el malestar.
Gracias. Una vez mas.
domingo, 28 de septiembre de 2008
catastrofe no natural
El gran imperio, todo poderoso, se doblega ante su propio peso, y hasta que no termine de caer exigirá mundiales gestos de genuflexión, hasta dejarnos de rodillas para apoyarse sobre nuestras cabezas y recuperarse.
Los burgueses de la corte imperial corren por los pasillos del Palacion de Wall Street con caras desencajadas. Han tapiado las puertas y ventanas pero el huracán arremete sin miramientos los cimientos de su palacio. Hasta ellos se habían creído las mentiras con que justificaron su poder y su oro, y ahora se están sumiendo en el caos sin poder dar explicaciones, sólo pensando en salir del pozo sin importar los costos. El ojo del huracán aún no ha llegado y las consecuencias ya son incalculables.
El mundo mira atónito la desesperación de los gurues. Otros pequeños imperios comienzan a sacudirse. Una infinita red invisible los ata al destino del coloso enfermo. La tierra se mueve bajo sus pies, y las lujosas aceras se transforman en oscuras arenas movedizas que se van tragando las riquezas. En minutos, instantes, se esfuman del mundo millones y millones de verdes números, fríos números que se convierten en millones de nuevos hambrientos y desesperados. El imperio ha diseminado bombas y miserias por todo el globo durante sus años de esplendor y de pequeñas crisis, y no hará más que redoblar las cadenas de opresión para sostenerse y no caer.
Pero hay en esta historia una falacia mayor y principal respecto de toda la colección de mentiras con que han constituido su poder. Este huracán no es fruto de la naturaleza, incontrolable, ajena en gran parte a la voluntad del hombre. Este huracán se ha alimentado de los deseos y ambiciones de riquezas y poder de algunos cientos a costa de la mayoría aplastante de la humanidad.
Los esclavos miran asustados el dantesco espectáculo. El coloso esta de rodillas, es hora de dejar de mirar para actuar. La historia está reescribiéndose.
En la historia de la humanidad el arte ha sido utilizado por distintos centros de poder para generar mitos y creencias, para construir ideologías y enraizar en nuestras mentes un extendido y falso sentido común. Desde la Iglesia para difundir sus creencias hasta el fascismo para honrar sus postulados. Desde el capitalismo para tender sombras de perplejidad sobre el futuro e inacción sobre el presente hasta la degeneración estalinista de la revolución, para justificar sus mas terribles traiciones a la clase obrera. Todas estas imágenes se estrellan contra el fruto de la especulación capitalista y caen hechas añicos. Los viejos paradigmas y creencias se agotan, no alcanzan, se cuestionan. Es hora de un nuevo arte. Ya no hay lugar para pintar los paisajes de resignación. El destino esta pidiendo a gritos que lo tomemos en nuestras manos, que le pintemos colores verdaderos desnudando la historia trastocada, que le pongamos nuevas armonías para multiplicar las voces de los que hasta ahora callan, que seamos actores concientes de una obra que debe ser escrita, que bailemos danzas de guerra para poner en pie un ejército de esclavos insurrectos que cobrarán una a una las miserias en que han sido sumidos, que esculpamos una humanidad sin explotados ni explotadores. Que hagamos que el huracán se transforme en un torbellino que barra los cimientos de esta sociedad colocando nuevos pilares, que arroje al trasto de la historia la miseria y la explotación, que libere a la humanidad de sus cadenas para que pueda desarrollarse en todo su potencial social, que transforme el odio en revolución, es decir, la insurrección como arte.
Manos a la obra.
viernes, 26 de septiembre de 2008
Juventud, divino tesoro
Recuerdo todavía cuando se decía: – “Los jóvenes son el futuro”. Ahora todos miran horrorizados, casi burlescamente, esta juventud. Ahora: -“La juventud está perdida”.
Como en muchas cosas, sólo nadan en la superficie. Creo que es necesario abordar desde otro lugar estas cosas. Porque estos chicos están reflejando un problema social muy profundo, al igual que los chicos adictos al paco, los chicos “violentos” que se agarran a las salidas de los boliches y que tan insistentemente nos muestra Policías en Acción por televisión.
Recuerdo los 80’s. Recuerdo la caída del muro y como cada uno de los piedrazos partió cabezas, abolló subjetividades, hundió bajo cientos de escombros las ideas de revolución y cambio para redefinirlas como “viejas utopías”. Los jóvenes vestidos de negro, los darkies, los del NO HAY FUTURO. Una generación que se abrió a codazos sobre la generación de los 60’s y 70’s que en gran parte había nutrido las filas de los movimientos y organizaciones sociales y políticas que peleaban por un cambio revolucionario de la sociedad o, aunque mas impotentes, los hippies que desde su lugar también opinaban que podían mejorar la sociedad.
¿Qué se hizo con estos jóvenes? A muchos se los “coptó” para el sistema, apalancándose en la desmoralización del baño de sangre y derrotas que se hizo sobre muchos otros jóvenes y trabajadores. Y así se abrió paso a la decepción.
Los jóvenes de los 80’s fuimos llamados “la generación x”. Los de los 90’s fueron educados en el individualismo basado en una ofensiva neoliberal reaccionaria que minó todas las bases de ideas de cambio. Nos fueron cerrando todas las puertas, quemando todas las ilusiones, trastocando la historia, transformándola en una pieza de mármol inmutable, enterrándolos en una masa amorfa y gris de “nada se puede hacer” y “la historia ha llegado a su fin”. Las bombas sobre el golfo cayeron sellaban a fuego esta ideología de la resignación.
Pero el fin de la historia, la teoría del derrame, la ficción del capitalismo humanizado entraron en un callejón sin salida. Fueron perdiendo poco a poco partes de su disfraz dejando al desnudo la cara de la muerte y la miseria, las cuencas vacías de un futuro lleno de nada. A este mundo surgen nuevas generaciones. ¿Qué puede esperarse?
La adolescencia siempre ha sido un paso difícil de la vida. Depresiones, miedos, dudas, construcción de personalidades, decisión sobre futuros. Se pierde la mirada ingenua de la niñez para adentrarse en un mundo que a las grandes mayorías se presenta perverso y sin nada para ofrecer. Esto no es nuevo, ahora con la tecnología se puede conocer por miles. Pero hay un detalle que es clave. En lugar de transformar este inconformismo en energía revulsiba, en decidir tomar en sus propias manos la construcción de un destino distinto, se derrama como letanías por las pantallas de Internet, o se transforma en impotencia en drogas y alcohol, o termina en la marginalidad o en la cárcel. El mundo se ha vaciado de contenido y verdaderamente no da ganas de vivirlo.¿Vamos a cargar las tintas contra la juventud?
Deberíamos hacerlo.
Cargar las tintas sobre los jóvenes secundarios que se han movilizado en la Ciudad de Buenos Aires por aquellos compañeros que se encontraban obligados a dejar la escuela por el recorte en las becas. Sí, hablemos y hablemos sobre cómo estos jóvenes vieron la necesidad de movilizarse juntos, de organizarse, de enfrentar las autoridades como responsables de la situación que están viviendo y no como algo que es imposible cambiar.
Carguemos las tintas sobre los estudiantes universitarios que se movilizan junto a los docentes, que organizan actividades para juntar plata para apoyar las luchas de los trabajadores, que denuncian, que se organizan, que apuestan su intelectualidad y energia a un cambio social y no individual.
Carguemos. Carguemos las tintas sobre los jóvenes trabajadores del Casino, de Mafissa, de Jabón Federal, (por nombrar las luchas más recientes con muchos jóvenes) que han enfrentado represiones, persecuciones, despidos, atropellos y han respondido con energía y convicción. Aunque no consigan el triunfo, dejan un mensaje de necesaria rebeldía.
Carguemos. Carguemos las tintas sobre los jóvenes que se organizan en los partidos de izquierda, en los organismos de derechos humanos, en las organizaciones sociales, apostando con su militancia a un mundo mejor.
Carguemos sobre un Dario que pierde la vida por ayudar a un Maxi, bajo las balas de un policía asesino.
Los jóvenes anti-guerra que se movilizaron en EEUU y Europa. Los jóvenes que se enfrentan a la derecha fascista en Bolivia. Los jóvenes chilenos (pingüinos) que se enfrentan a la policía asesina de Pinochet en movilizaciones de miles y miles de estudiantes. Los jóvenes franceses que se movilizaban junto a los trabajadores contra los contratos de primer empleo y la precarización laboral. Los jóvenes que resisten las políticas colonizadoras del imperialismo en medio oriente.
Claro que todos estos no son mayoría. Como tampoco lo son los que se agarran a piñas en el Abasto o a la salida de los boliches.
Apostemos. Apostemos por esta juventud. El capitalismo esta derrumbándose y lo hará sobre nuestras espaldas. No morirá solo. Si no lo enfrentamos se levantará nuevamente, hundiendo a millones de personas mas en el mundo con el peso de sus crisis.
Desmoralización y escepticismo es lo único que tiene para ofrecer este sistema, junto a la miseria y el sufrimiento. Así surgen nuevas creencias, extrañas religiones, búsquedas de algún justificativo de la existencia en energías, naturalezas, dioses… necesidad de evadirse de este mundo. Algo que no es casual sino que este mismo sistema lo fomenta, porque les sirve mas esta decepción impotente generalizada que cientos de miles cuestionando el orden establecido.
Tenemos algo distinto que ofrecer. Algo por lo que se merece luchar. Cuando el capitalismo termine de perder su piel, dejará a la vista de cientos de millones su verdadera constitución, un mar de sangre de oprimidos y explotados, huesos de quienes han sucumbido bajo sus garras, hambre, miseria y dolor. Debemos ser miles los que lo enfrentemos. Debemos darle la estocada final para que perezca, porque merece perecer.
No hay cambio posible en este sistema, solo formas de evadirse en depresión, superficialidad y paco, y tampoco alcanzaran.
Apostamos a que sean miles los que al abrir sus ojos puedan ver que, no sólo tienen la posibilidad de cambiar el mundo, sino que deben hacerlo.
Sólo así podrá ser otra la juventud.
La que nutra de nueva energía un nuevo mundo.
Un mundo que merezca ser vivido, donde no se cultiven las miserias del hombre, sino que florezca lo mejor de la humanidad.
martes, 23 de septiembre de 2008
Letras muertas
¿Sin el? ¿Se volvería un hombre normal y corriente imposibilitado de metabolizar el cementerio del mundo para terminar entonces bajo una lápida, enterrado en vida? Aprendió a vivir entre muertos insepultos para no mirar a los ojos al sol. Salía de noche. Reptaba. Se camuflaba. Se retorcía de dolor hasta que vomitaba bilis textual. Era feliz, de alguna manera, sabiéndose con el don de saber que estaba medio muerto y mostrarle al resto un enorme espejo de letras para que se espantaran al verse putrefactos. Todo buen sentimiento cargaba una beta de ansiedad dolorosa perspectiva de fin del mundo. Rebosado en espinas con mercurio.
Los senderos profundamente marcados limitaban con cercas artificiales, de siniestro aspecto, custodiadas por espectros del pasado. Nadie osaba asomarse, fuera de la senda, se rumoreaba, las arenas movedizas te tragaban, cuanto mas te movías mas te hundías hasta ahogarte, hasta llenar tus pulmones de granitos de roca acumulados por la erosión de remotos tiempos inmemoriales. Nadie osaba caminar fuera del camino. A él le llamaba la atención. Le inquietaba el desafío y fantaseaba cada tanto con escapar al otro mundo mientras seguía sus días, riendo soberbia sobre los rostros anémicos de vida.
Todo parecía ya tan normal. Pero un día se cansó. Ya no le daba satisfacción ser un muerto vivo conciente de estar medio muerto entre los muertos vivos muertos. No le resultaba interesante, la adrenalina del límite de la locura se había evaporado y comenzaba a faltarle el aire. Necesitaba nuevos desafíos para no terminar de morir. Sentía y reflexionaba mientras jugaba con un pájaro sin alas, sentado sobre una piedra cubierta de musgo. Miró la cerca. Entornó los ojos al ver un extraño destello entre los tentáculos de los petrificados árboles que hacían de división. El desafío le resultó sabroso. Enfrentarse, salir de verdad de la senda y volver para contarlo. Su don se inflamó de soberbia extrema, el podía hacerlo. Se levantó y avanzó decidido, se abalanzó sobre la cerca y lanzo el pájaro contra el cielo, en un último intento de que aprenda a volar, antes de desaparecer tras la pared que se desvaneció a su paso. Aspiró aire profundamente, preparándose a pelear con el destino del pulmón arenado, pero ninguna arena movediza lo tragó. Se retorcía ridículamente en el piso, en arenas imaginarias, cuando una mano lo tomo del hombro y lo sacudió.
- ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?
- ¿Yo? ¿Ayuda? Pronunció sin mirar la voz que le hablaba... el no miraba a nadie desde el piso.
- Perdón... me pareció...
- Gracias. Perdón por mis modales. De allí de donde vengo, hay que perderlos para poder sobrevivir. Nadie te ofrece ayuda.
Le resultó un personaje extraño. Un hombre revolcándose en el piso con lodo y musgo pegados en la piel es algo que no se ve todos los días. De todas maneras lo ayudó a levantarse mientras él intentaba zafarse de sus manos. Una vez de pié la miró a los ojos. Se sintió desnudo. Para protegerse se presentó escupiéndole un mundo de lagañas y almas penantes... pero no logró quemarla. Seguía mirándolo fijo y hasta sonreía con gesto de compresión. El arremetió nuevamente, con artillería más pesada, y le habló de la muerte, del dolor, del sufrimiento de los hombres, del destino de bacterias y hongos corrompiendo la carne. Pero nada. Sus ojos no se habían vaciado con el ácido y lo miraban fijamente, con cierto grado de sorpresa y deleite.
- Lindas palabras. Una lengua muerta, palabras caducas... pero suenan bien. Estremecen, como el mundo. Ahora me voy, si necesitas algo llamame... no somos muchos de este lado, sabrás donde encontrarme. Y yo sabré quien sos, porque tardarás en sacudirte de la ropa y el pelo la viscosidad del barro del cementerio.
Confundido, la tomó de la cintura y le pidió que se quedara. Se sintió humillado al pedirle por favor... pero necesitaba entender lo que pasaba. La luz lo mareaba y se sentía ahogado sin el olor a putrefacción colgando en el aire. La voz que le hablaba no era cavernosa y tenía hasta una pequeña melodía en las palabras. Unas luces suaves, cálidas, en cada articulación de sus labios. La siguió por extraños pasadizos hasta que fue dejando el temor atrás y una extraña sensación lo invadió. Una sensación que ocupaba el espacio de la angustia en retirada. El dolor persistía, pero no punzaba. La sangre coagulada de sus arterias se fue oxigenando. Así, de apoco, su don se fue adormeciendo. Ya no necesitaba el alerta, la adrenalina y el filtro para el aire contaminado. Podría decirse que comenzaba a estar vivo.
Así pasó el tiempo y algo comenzó a faltarle. Llevaba unas hojas amarillentas en el saco. Vacías. Pálidas, parecían piel de un cadáver. Le dolía verlas así mudas… porque el se sentía mudo también. Poco a poco comenzó a extrañar-se. Quería escribir pero las palabras no salían. Su estómago ya no era el fusible de sus sensaciones y ya no disparaba ácido. Se sentía consternado. Evidentemente las palabras no brotaban de la vida. Sus palabras nacían de la muerte. Tenía razón la muchacha, la suya era una lengua muerta. Sentía que algo se consumía dentro de él. Día a día la desesperación crecía, pero no podía plasmarla. Las palabras que el manejaba no tenían sentido ya en este mundo... no podía comunicarlas, no podía causar terror con ellas. Sentado en su cuarto, al borde de la ventana, miraba la gente caminando despreocupada. El sol se estaba poniendo y todo se había vuelto brillantemente rojo. Miró las hojas blancas sobre la mesa. La birome seca e inerte. Pateó una silla y se puso de pie. Caminó en círculos acompañando el sol que se escondía, mientras amanecían las luces de la vereda. Los redondos focos eléctricos se confundían con una enorme luna llena. Un pensamiento crudo cruzó su cabeza, su mirada se endureció y oscureció, lo alejó antes que madurara. Sintió que su otro mundo lo llamaba, lo desgarraba… Se abalanzó sobre el cajón de la cocina, sacó un cuchillo y se pinchó las yemas de los dedos, garabateo las hojas, la mesa, las paredes... pero no lograba desangrar las palabras. Nuevamente lo azotó la idea... pero esta vez la sangre que había perdido le impedía pensar serenamente. Su razón lo traicionaba. Balbuceó un nombre entre dientes, reiteradas veces, y guardó el cuchillo en el bolsillo de su saco junto a las hojas vencidas. Se acercó a la puerta y miro hacia atrás, buscando si todo él salía por la puerta o quedaba algo más que su sangre en el cuarto. Convencido de llevarse a sí mismo, bajó las escaleras. Ensimismado en sus pensamientos no dio cuenta de la penumbra hasta que se asustó con su sombra, no por la sombra misma, sino porque pudo ver en ella su cara desfigurada. Un rictus de locura surcaba su mueca. Esquivó su sombra y le ordenó quedarse allí, en el remanso de la escalera. Descendió tanto como pudo, sintió que llegaba al mismísimo averno al pisar el porche del edificio. Miró a los costados, ni un alma en la calle... solo cuerpos. Avanzo a tientas por el camino que recorría por las noches desde su ventana. Doblo una esquina, otra más, cruzó un parque lleno de pájaros con alas, pero se encontraban dormidos en las ramas. Pisó el césped en un arranque de intento de destrucción, pero solo logró que lo invada el aroma de la clorofila que se desangraba en la suela de sus zapatos. Ya no soportaba mas esto! No podía haber lado bueno en todo lo malo! Necesitaba un poco de pura muerte, de puro dolor, pura viles humana... corrió algunas cuadras desesperado, escapando de las ganas de escapar de su idea, pero quería llevarla a cabo y se despedazaba dentro.
Llegó a un viejo edificio y subió las escaleras a zancadas. Golpeó la puerta.
- ¡Abrime! Por favor! ¡Abrime! Solo vos podes devolverme las palabras
- Es tarde! Estas bien?
La voz sonaba arrebatada de preocupación mientras se mezclaba con el traqueteo de la cerradura oxidada
- ya te abro... ¿Que te pasa?
- ¡Abrime!, necesito de vos... necesito voz.
Apenas se entornó la puerta, el esquivó velozmente sus ojos y se abalanzó sobre ella. Mordió con pasión su boca e inmovilizó sus labios. El abrazo se sentía como camisa de fuerza... un gemido, la impresión la desfiguró y sumergió en un shock. La recostó sobre el sofá. Acomodó su rostro hacia el frente... por fin sus ojos eran cuencas. La miró y se sentó junto a ella en el piso. Sacó el anotador y la birome. El olor de la sangre y las lágrimas que aun se hamacaban en sus mejillas iban nuevamente alimentando su don. Rápidamente el sofá se tiño de carmesí. El cuarto se llenó del olor a sangre que durante años lo había inspirado. Se sentían los estremecimientos de sufrimiento, podía captarlos, al igual que había hecho todos aquellos seres que vió desarmarse. Ahora sí, se dijo, y mojó la birome seca en la herida del cuchillo y volvieron las palabras, a borbotones como la sangre, con los deliciosos coágulos estilísticos que tanto extrañaba.
... Mi amor, ahora el frío de tu cuerpo y la rigidez de tus gestos me resultan mas familiares, pero me implosiona el dolor y la culpa. Siento que muero. Miles de palabras se agolpan en mis manos intentando describir esta horrible sensación que en hora buena ha venido a visitarme... te extraño y eso me desgarra.... y se que te extrañaré más cuando la sangre termine de secarse… Volvió al cementerio, dejando tras de si el cadáver deshidratado... como un vampiro post moderno, no había podido sobrevivir sin el olor a carne podrida.
La encontraron muchos días después, tirada en el sofá, entre sus manos una carta de despedida escrita en sangre. La misma sangre que cubría toda la alfombra y las paredes. Murió de tristeza, dijeron los médicos. Nunca pudo saberse la verdad y del cuarto nunca pudieron limpiar el olor a cementerio.
martes, 16 de septiembre de 2008
2 AÑOS SIN JULIO LOPEZ
LOS MISMOS QUE LO DESAPARECIERON LO BUSCAN
El silencio es salud.
Mudamente hablaba la enfermera desde las paredes.
El silencio es salud, dijo,
y su dedo sobre sus labios cerraba la salida de palabras, y te miraba, porque sabía lo que pensabas. Si hablabas, su dedo se despegaba lentamente de sus labios y se inclinaba hasta acusarte, hasta que te silenciaban.
Vos la miraste de reojo, cientos de veces. Estuviste cerca de ella. Cuando te “desaparecieron” la escuchaste gritar histéricamente: -¡Silencio! -¡Hablá! -¡Silencio! -¡Hablá!....
Tus labios se sellaron de terror. Las imágenes que registraste, los dolores que padeciste, las torturas, los golpes, el sonido de los llantos. Tanto que tu garganta se anudó hasta casi ahogarte. El silencio es salud,
repetías en tu cabeza.
Luego, libre, te llevó un tiempo recuperar el habla. Barajar el equilibrio entre el silencio y las palabras. Buscar sin encontrar la definición para tanto sufrimiento y las palabras que pudieran dar cuenta de la aberración del genocidio del cual fuiste víctima.
Luego, de apoco, otros buscadores de palabras escapando al silencio se acercaron a vos. Se juntaron. Se apoyaron. Reconstruyeron. Encontraron las palabras y nos enseñaron a hablar en voz alta y a denunciar los silencios. Parieron el estremecedor relato de la muerte de la cual volvieron. Sus dedos se despegaron de sus bocas, pero para señalar a los asesinos.
La enfermera de la pared cayó al piso y estalló en añicos.
Miles de voces gritaron durante años juicio y castigo a los genocidas! Con tus palabras claras de voz temblorosa lograste un primer paso. Tu voz ha quedado grabada en nuestra memoria y tus palabras siguen haciendo eco, como las de los 30000 compañeros desaparecidos que buscaron callar para siempre y no lo lograron.
Pero los silenciadores siguen silenciando.
Y los asesinos siguen libres, y quienes aprendieron de ellos el silencio también. Ahora es más sofisticado. Quienes buscan el silencio cómplice gritan a viva voz. Hablan de los horrores vividos mientras mantienen el aparato represivo intacto. Gritan por justicia para que nos callemos. Gracias a sus complicidades, luego de tus palabras, se hizo nuevamente el silencio. Te llevaron al silencio intentando silenciarnos. Tomaron la foto rota de la enfermera intentando recomponerla. Hay una batalla abierta.
Hemos sumado nuevas palabras a nuestro vocabulario:
Aparición con vida ya de Jorge Julio Lopez.
Y las gritamos con todas las fuerzas, para que desde donde estés te lleguen y no te invada el silencio.
Que no te ganen.
Que no nos ganen.
Ayer el silencio era salud, hoy si sabes o viste algo… llamá. Las dos caras de la misma impunidad. Dos justificaciones distintas para la represión.
Si a julio lopez lo desaparecieron por enfrentar la verdad y exigir justicia
Si todos nosotros no aparecemos para que el aparezca
Todos nosotros somos los desaparecidos
viernes, 5 de septiembre de 2008
Princesas
Los tiempos han cambiado. Las mujeres han ganado espacios. Los cuentos de princesa aun se leen, pero ahora, además, la princesa deberá ser una exitosa profesional, moderna ama de casa, esposa predispuesta al trabajo fuera y dentro de su casa, sonrisa de publicidad y hasta no deberá sufrir dolores menstruales. Ni hablar de la figura, que deberá ser lánguida, esbelta, flaca pero rellena, firme pero tierna, sin arrugas pero lo mas natural posible… Esto, sólo en el caso de las más afortunadas. Otras deberán lograr estos modelos de consagración como mujer desde lugares más dificultosos. Sus cunas arrullaron las mismas canciones pero desde lugares mas lejanos. Sus primeros pasos no tropezaron con muñecas sino con pequeños hermanos necesitados de cuidados. La cocina, el changuito y la escoba son de verdad y la esperan en su precaria casa, sin pinturas ni moños, sin vestidos y a veces descalza. El amor es una palabra inexplicable, nadie le ha dicho nada de su existencia y los asaltos masculinos que ha sufrido en su temprana adolescencia le han lastimado lo más profundo del alma, pero es mujer, se hace mujer. Sus hermanos son reemplazados por sus propios hijos, y el padre de sus hijos es reemplazado por su amor y coraje, por su trabajo a destajo. El primer padre la ha golpeado. El padre de sus hijos la ha vejado. La vida la ha maltratado. El sistema la ha condenado. Todas las mañanas escapa a su trabajo, donde con la sonrisa de sus hijos entre sus lagrimas deja horas de su vida junto a una maquina, y su orgullo entre las manos del capataz. Llegan ambas agotadas a su casa.
Una trabaja de vendedora en una empresa, la otra en la línea de producción. Venden y fabrican costosísimos perfumes de los cuales nunca han disfrutado una gota, ese aroma para ellas no representa más que olor a sudor de explotación. No parece ser lo mismo para la dueña, que pasea su cuello perfumado por las oficinas de la empresa con la misma impunidad con la cual firmó el último memorando:
-Debido a la alta tasa de natalidad que se está registrando entre el personal femenino de la empresa, el directorio sugiere que las empleadas se presenten en la oficina de personal e informen sobre su situación familiar…..
Dos días después de este aviso, cuatro trabajadoras fueron despedidas por “bajo rendimiento”. Las cuatro acababan de casarse y planeaban tener hijos.
Al enterarse del destino de sus compañeras las invadió una extraña sensación de bronca y desconcierto. Volvieron a sus casas sin poder dar explicación a lo sucedido. Eran mujeres, les habían enseñado que debían ser madres y lo eran. Trabajaban para dar de comer a sus hijos…. Al llegar a la casa se sucumbieron en las tareas pendientes y olvidaron lo sucedido.
El marido de una llega por la noche luego del trabajo, come y se sienta en su sillón a ver la tele. Ella lava los platos que ha ensuciado cocinando, acuesta a los chicos y lo mira tiernamente, ya exhausta. El la mira y la lleva a la cama, mientras el la besa ella sueña con dormir y escapar junto a un príncipe azul como el de los cuentos, que la haga sentir mujer y princesa. Hace tiempo que el amor se a acabado entre ellos, pero ella no se atreve a quedarse sola, su familia no lo toleraría.
El marido de la otra también llega, mas tarde, cansado y con olor a alcohol. Luego de años de trabajo en negro en la fábrica lo han despedido sin causa y está furioso. Entra, ve a sus hijos y se estremece pensando en que no podrá cumplir con su rol de cazador y garantizarles el alimento, se desploma sin hambre en una silla. La sociedad le ha enseñado la opresión y los mas oscuro de las personas, el ha aprendido desde niño ese papel y es el que desempeña en su casa. El oprimido oprime a su mujer, y ni aun así se siente libre como todos los días le dicen que es. Ella deja los quehaceres y se acerca a consolarlo, el descarga su furia con ella. En cada moretón que dejó en su cara escupió a su patrón. Vuelto en sí pide perdón, y se disculpa en la cama mientras ella rueda desarmada como sus lágrimas.
Un par de meses después una salía de la clínica, no podía hacerse cargo de un nuevo hijo, temía quedarse sin trabajo. La otra tampoco. Entró nerviosa en la casa de una vecina, salió y entró desesperada en la casa de una amiga, salió y entró arrastrándose a una ambulancia, salió y entró de emergencia a un hospital, no salió.
martes, 2 de septiembre de 2008
camino en sueños
lunes, 1 de septiembre de 2008
Carta de un psicotico a otro
¿Un que? Me pregunté. Es un poco tarde (o temprano, dependiendo desde donde se mire el reloj como para preguntar). Por otro lado, mas allá del reloj, también es tarde para preguntar, acabo de despertar junto a él. Claro que, una noche, dos, cien… pueden olvidarse. Pero si digo es tarde es porque lo es. El abrazo calido y mullido acurrucó los pensamientos que comenzaban a despabilarse de apoco. Mi cabeza reposó sobre su hombro y las cavilaciones sobre la psicosis se diluyeron en las nuevas imágenes de nuevos sueños que me asaltaron.
Al mediodía, luego de los besos del despertar y las caricias de la mañana demorada… no quedaba nada de los sueños ni los diálogos. Algunas imágenes perdidas y muchas sensaciones. Verte dormir es una de mis imágenes favoritas. Tal vez porque sepa lo que significa para vos poder hacerlo, verte así relajado, casi con un dejo de sonrisa en la comisura de la boca, es un festín. Escuchar tu respiración pausada apoyado en mi pecho o tomando firmemente mi mano. Pequeños regalos que me das sin saberlo. O los ojos a medio abrir del despertar, encontrándose mientras todo el resto sigue buscando. Las pastillas de menta del primer buen día. Los malos humores de los perros y la luz del sol. Un té y la despedida. Tengo la maleta llena de sonrisas para el resto del día. No queda nada del psicótico, y alguna que otra imagen de los sueños apremiantes de corridas y escapes. Pero vuelvo aquí a pensarte. Y entonces es cuando reparo en el detalle. “Eso te pasa por dormir con un psicótico”, dijiste antes de volver a cerrar los ojos y abrazarme. Y me dí cuenta que no era la primera vez que lo mencionabas. ¿Realmente creerás ser un psicótico? Recurrí a wikipedia para ver que querías decir con eso:“Se denominan como Trastorno Psicóticos aquellas patologías en las que se presenta síntomas psicóticos como principal característica. La psicosis es un trastorno mental mayor, de origen emocional u orgánico, que produce un deterioro de la capacidad de pensar, responder emocionalmente, recordar, comunicar e interpretar la realidad.” “una pérdida de las fronteras del sí mismo o un grave deterioro de la evaluación de la realidad. El nivel de malestar que produce este trastorno es tan invasivo que perjudica de sobremanera el normal funcionamiento del individuo, paralizando su actuar y no permitiendo comportarse de manera acorde a la realidad, en ocasiones incluso, se hace necesaria la hospitalización” “Uno o más síntomas psicóticos: ideas delirantes; alucinaciones; lenguaje desorganizado; comportamiento catatónico o desorganizado”
Yo no se, pero si alguien te hizo creer que tenes un problema, no sos vos quien lo tiene. No hay deterioro alguno en tu capacidad de pensar. Todo lo contrario. Hay brillo en las cosas que decís, en tus respuestas pero también en tus preguntas. Los problemas para responder emocionalmente, comunicar o interpretar la realidad no son producto de una enfermedad. Ver la realidad en su profundidad y diversas dimensiones es una sacudida de la que cuesta reponerse. Y cada una de esas sacudidas genera en nosotros distintas formas de comunicarlas, y a veces es difícil, y a veces no se entiende. Es fácil comunicar y analizar la realidad para aquellos que la viven como espectadores. Aquellos que relatan como periodista de mala muerte la lenta letanía de la vida corriendo delante de sus ojos. Pero meterse en ella, bucear, buscar lo escondido… eso es realmente vivirla y eso es algo demasiado fuerte para los códigos existentes. La manera de actuar acorde a esa realidad no es la acorde para los demás. Toda la descripción que transcribí del síndrome psicótico es, por tanto, relativa. Tenes un toque de magia en lo que haces. No siempre fácil de comprender… pero aun ahí donde parece que hay caos existe algo más. Las notas, las palabras, derraman partes tuyas entrañablemente dulces y amargas, ácidas, hirvientes y no tanto. Tal vez deberías dejar de creer que hay algo anormal en vos, para dar cuenta de que sí lo hay por suerte. Que la normalidad es una invención de aquellos que quieren producción a escala de la humanidad. Que salir de la línea no es estar fuera, pero si. Que desde ese fuera las cosas se ven distintas y pueden chocar, pero estas en el lugar exacto para dejar volar todo lo que tenes, para que estallen las palabras, los sonidos, los colores, los sentidos. Que sos un comunicador de otras cosas y que eso a veces pesa. Vuelve como un boomerang justo al medio de la frente. La sociedad de hielo y hormigón se retuerce ante las extrañas ideas, como los gerentitos ante dadá. Hay virus, hay error, hay incompatibilidad y el programa que desea ejecutar a encontrado un grave error, su disco rígido puede estar dañado o algún archivo se puede haber perdido. Estas en el momento en que insisten con el corset. Quieren atraparte y amatambrarte, cortarte alas, pintar de gris tus ojos, cortar la irrigación sanguínea de tu cerebro y corazón. El corset invisible se transforma en camisa de fuerza si los de afuera no te entienden pero vos tampoco.
¿Duermo con un psicótico? Tal vez, pero con los ojos mas vivos y la sonrisa mas alejada de esta realidad más linda.
¿Corro de noche por dormir con un psicótico? Tal vez no, tal vez porque corro de noche es que duermo con alguien que también corre. El problema es entonces otro. ¿De que corremos? ¿Por qué correr? Tal vez la próxima deberíamos hacer la prueba de plantarnos, girar sobre nuestros pies y correr contra ellos, hacerlos correr nosotros.
sábado, 30 de agosto de 2008
Encrucijada
- Buenas. ¿Podría indicarnos por donde ir?
- ¿Hacia donde vas?
- No estoy segura.
- Entonces, seguí por acá. Pero no mucho más tiempo. En algún momento deberás saber donde vas, sino, ya estarás lejos de donde se abren los caminos.
- Bueno, en todo caso... vuelvo y giro.
- No es tan fácil. Volver, no es como ir. Nada nuevo en el camino te distrae o te sorprende. Te cansas. Comienza a zumbar el reproche dentro. Te enojas. Muchos estacionados al borde del camino creen que están en movimiento al ver gente pasar. No están más que muriendo en vida allí quietos.
viernes, 29 de agosto de 2008
flashes de sueño
Por la ventana entraba el ruido gomoso de las llantas sobre el agua. Con el gris de fondo, más gris que el cielo, se suicidó una paloma. Busqué en la cartera y apareció en encendedor, las pastillas, el lápiz, pero no la birome. Lluviosidad dentro y fuera, como a punto de llorar. Angustia de piedras internas como granizo. Lo que te hace bien, también te hace mal, depende de que lado del vaso tomas. Si del rajado o el sano. Un día especial, smooth, con miedo a los miedos, propios y ajenos.
jueves, 28 de agosto de 2008
NO R.I.P.
Mis palabras también dan cuenta de lo negro y del oprobio, de la desesperación y la miseria, pero no para regocijarse en ellas. Mis palabras se llenan de sangre y dolor porque el cementerio de este mundo las impregna. Pero doy cuenta de ello para acusarlo, para desnudarlo, para debilitarlo, para atacarlo, para poder llegar al día en que mis palabras no sean solo herramientas de libertad sino que finalmente sean libres. Que den cuenta de una nueva vida donde las pasiones que dan humanidad sean patrimonio de todos los mortales. Donde los mortales sean vivos. Donde los inmortales estén muertos.
lunes, 25 de agosto de 2008
El consultorio del Dr. Rhon
La pared ocre del otro lado de la ventana se veía vieja pero sin rajaduras. La madera oscura de la repisa contrastaba con ese fondo claro. Parecía haber sombras que se movían. Una la llamaba, la otra no daba cuenta de su presencia. Se acercó a la casa buscando una puerta, la atravesó y la oscuridad era aun mayor. A tientas encontró una escalera. No chocó con un solo objeto hasta tomar la baranda. Tal vez todo se había esfumado, tal vez la oscuridad los había devorado limpiando el camino. No se sentía apremiada. Se había acostumbrado a vivir con las sombras y a no temerles sabiendo su debilidad ante la luz y su efímera existencia. Pero algo había distinto en esa casa. Tras esa ventana había realidad y alguien que la llamaba. Sin voz, sin sonidos… pero la llamaba. Subió un piso y llegó al umbral de la puerta, tras ella estaba la habitación amarillenta, la estantería, la luz añeja y las sombras que quería mirar. ¡Todo había sido demasiado fácil! Nuevamente se detuvo a pensar. ¿Quería entrar? Sospechaba que lo que tenía para ver era algo que no quería ver. Tuvo un poco de miedo. Intentó deshacer sus pasos pero le habían ganado de mano, sus pasos ya habían sido desechos, la escalera había desaparecido y ella flotaba sobre el piso parada en el rellano de la puerta. Un escalofrío de ira la invadió. No quería! Ya no quería entrar! ¿Y si detrás de la puerta estaban sus miedos? ¿Si encontraba en cuerpos sus sospechas? ¿Por qué la llevó hasta ahí? Tal vez para expirar sus culpas, tal vez porque era una forma de decirle lo que no quería decirle pero sabia que tenía que decir? Entonces… no eran sus miedos solamente. De todas formas no tenía sentido divagar más sobre el asunto. Estaba a tres metros de altura sin poder bajar y frente a una puerta. Estaba a punto de despertar, no podía hacerlo en medio de la nada, llevándose nada… aunque supiera que del otro lado había realidad. Finalmente decidió entrar. Buscó el picaporte y no estaba. Nada… ni una hendija, ni cerradura siquiera para espiar. La puerta era de maciza madera oscura, absolutamente cerrada. Comenzó a empujar con todas sus fuerzas, cada vez que tocaba la madera sentía que estaba del otro lado llamando… Se sentó rendida en el piso, con la espalda contra la puerta intentó escuchar, pero sólo hablaba el silencio.
- No puedo entrar, no hay manija. No, no hay. Ya busqué. Tanteé cada centímetro y nada, solo un par de clavos o algo así sobresaliendo. Abrí vos del otro lado… si que podes. ¿Tampoco?
Destellos de luz borraban por momentos la escena y sentía que era absorbida, pero al instante volvía a aparecer. Por un momento de desesperó, pero claro… que podía hacer, ella misma había borrado la manija de la puerta para no entrar, después de todo era su sueño… y no era el momento. La luz se abrillantó de golpe hasta molestar sus ojos cerrados.
- Ya está. ¿Te dormiste?
- Si… un poco. Hace frío. Bueno. Gracias, hasta el próximo viernes.
- Adiós. Cuidate.