miércoles, 19 de octubre de 2011

Conspiracion de sabado a la tarde y asado

Hacía la cola con una bandeja en mi mano. A unas personas de distancia, la parrilla rebalsaba de comida y los compañeros transpiraban a pleno sol cortando porciones, sirviendo chorizos. Con sus camisas de trabajo, como si transformaran esa escena en una línea de producción; indudablemente, con la satisfacción de saber que alimentaban no una maquina, no un patrón, sino a decenas que como ellos, estaban ahí para ver como cambiar el orden de las cosas.
Me perdía en estos pensamientos recorriendo con mi mirada los surcos de sudor de las caras curtidas de estos compañeros, cuando detrás mío un diálogo me volvió al asado.
- ¿vos de donde sos?
- Yo? De xxxxxxx
- Ah! Yo soy de xxxxxx!!!
(de repente, hombres desconocidos entre si, hablaban como si se conocieran de toda la vida, con una hermandad difícil de explicar a aquel que no se sienta solidario con otros en objetivos tan profundos y esperanzadores que te hacen ver la vida y quienes la viven de otra manera)
- Ahí están como nosotros… porque la fabrica donde trabajas la compró el dueño de donde yo trabajo…
- Si, pero ustedes están mejor. Ustedes lograron mantener la interna… eso es buenísimo!
- Si, eso es verdad. Y corríamos el riesgo que nos hagan lo que les hicieron a ustedes. Ahora, hay que prepararse para que no vuelvan a cagarlos.
- Si, en eso estamos. Tenemos que hacer como hicieron ustedes.
- Si, nosotros vamos a ayudar. Los compañeros de la interna… nosotros… porque tenemos que ir por mas. Se viene jodida la cosa
- En la planta quieren robotizar
- Que onda?
- Si… en el sector donde estoy yo somos 60. Quieren robotizar y dejar 15 compañeros nada mas
- No hay que dejarlos
- Y no… pero nosotros hacemos mucho laburo, es un laburo pesado… porque juntamos los paquetes en las tarimas….
- Ah, como nosotros… nosotros también hacemos..

Yo me perdía en la explicación de las tareas,,, se mezclaban las comparaciones que hacían entre ellos con mis ideas. No podía dejar de pensar como los capitalistas dejan a la vista todo el tiempo como funcionan sus entrañas, y nos cuesta tanto verlo. Porque robotizar el sector implica la misma ganancia (o mas) con 45 personas menos. O también… que sigan trabajando los 60, menos horas, en un trabajo menos duro, y ganando lo mismo o mas… ¿Y si en todas las empresas se hiciera eso? ¿Si la tecnología estuviera al servicio de los trabajadores y no de los capitalistas y sus ganancias?
Volvía con mi plato lleno de carne para repartir en la mesa, donde comenté a los compañeros de otra fabrica lo que había escuchado y lo que pensé… los ojos del compañero que escuchaba se llenaron de brillo. Le pregunté: -¿Qué impide que sea como yo te digo? Siguió mirándome fijo. –Las ganancias de los capitalistas, retruqué. Un buen paso si se lleva ese calculo con el y empieza a repetirlo por allí…

La sobre mesa se hizo combativa, pero sobre todo, reflexiva. Una a una, las internas, los trabajadores y trabajadoras, los compañeros y compañeras desfilaron por el micrófono. El telón de fondo, la cara de Mariano Ferreyra, casi a un año de su asesinato. La fuerza de los organizados, la impaciencia de los que quieren organizarse, el asombro de los que dan sus primeros pasos, los que traen su larga experiencia en cada gesto, las compañeras que gritan: -aca estamos nosotras!, los jóvenes, los viejos… Allí estaban juntos, en el instante exacto en que el lente de mi cámara registraba el movimiento… la imagen de lo que está por venir. Del hoy que se hace por el pasado, parar el futuro.

Cuando todo se transformo en grupos concentrados, que intercambiaban ávidas opiniones, con un compañero nos pusimos fuera de escena. Mientras hablábamos cuestiones técnicas, sobre registros e imágenes se quedó en silencio. Con la vista perdida me interpeló: -sabes… a veces tengo la sensación que, aca, estamos haciendo historia…