Pedís algo ilógico,
De formula básica,
Pero ojo que algo simple
Muchas veces dice nada
Mis palabras sólo salen
No son direccionadas
Simplemente están
Simplemente se disparan
Cinco estrofas repetidas
Suenan a armonía
Pero no es mi caso
Eso no es poesía
Yo no entiendo mucho
De acordes y tonadas
Y tal vez lo que yo se
No venda nada
¡Pero todo el mundo es ilógico!
Desde sus entrañas…
Y decir lo que se escucha
No me da la gana
Te propongo un desafío
Buscar nuevas palabras
Abrir nuevos caminos
Vencer a esa gran Nada
temas
lunes, 26 de abril de 2010
jueves, 22 de abril de 2010
miércoles, 14 de abril de 2010
Vice Versa
Buscaba otras cosas cuando me topé con un cd con fotos tuyas y tuyas y mias. Y necesité más.
Con los dedos sucios de revolver la caja de las fotos me senté en la cama a mirar. Aquellas fotos de la época en que las imágenes de los recuerdos se fijaban sobre papel fotográfico, a veces fuera de foco, a veces mal encuadras u oscuras. Siempre a riesgo de que esa imagen solo quede disponible en los rincones del olvido en la memoria.
De esos rincones se despertaron voces, figuras y sensaciones al encontrarte. Nos veíamos tan jóvenes… y recordé exactamente tu mirada de los primeros años. Mi mirada también era distinta a la de ahora y eso me impresionó
Fotos de la casa en el centro, de las guitarreadas y del pelo largo. También fotos con la perra cachorra, haciéndole y haciéndonos arrumacos.
Y entre los papeles encontré una carta que hace días tenia en mente. Aquella carta que me diste con el perfume, cuando en la Argentina la tierra estaba conmovida con marchas y cacerolazos. Aquella primera vez en que pusimos los cimientos de un sueño de princesas y finales felices. “Yo te enseñe que las relaciones pueden ser para siempre y vos me enseñaste que se puede querer y ser querido”… y viceversa… y viceversa… y la leía una y otra vez.
Fue una noche después de muchas noches sin dormir uno junto al otro. Nos juntamos a cenar. Anduvimos por la ciudad en moto hasta terminar en un bar de una esquina, bajo el cielo directo. Habías conseguido el perfume que quería luego de buscar y buscar. Fue un tesoro del que aun conservo las últimas gotas sin atreverme a usarlas, aunque seguro ya esté feo.
Hablamos y hablábamos, reconciliando las largas ausencias cuando el griterío nos llamó. Entramos juntos corriendo a la Plaza de Mayo buscando conocidos entre tanta multitud desconocida. Sino me equivoco esa noche era la ultima para Rodriguez Saa, y una de nuestras tantas ultimas noches tambien.
Con los dedos sucios de revolver la caja de las fotos me senté en la cama a mirar. Aquellas fotos de la época en que las imágenes de los recuerdos se fijaban sobre papel fotográfico, a veces fuera de foco, a veces mal encuadras u oscuras. Siempre a riesgo de que esa imagen solo quede disponible en los rincones del olvido en la memoria.
De esos rincones se despertaron voces, figuras y sensaciones al encontrarte. Nos veíamos tan jóvenes… y recordé exactamente tu mirada de los primeros años. Mi mirada también era distinta a la de ahora y eso me impresionó
Fotos de la casa en el centro, de las guitarreadas y del pelo largo. También fotos con la perra cachorra, haciéndole y haciéndonos arrumacos.
Y entre los papeles encontré una carta que hace días tenia en mente. Aquella carta que me diste con el perfume, cuando en la Argentina la tierra estaba conmovida con marchas y cacerolazos. Aquella primera vez en que pusimos los cimientos de un sueño de princesas y finales felices. “Yo te enseñe que las relaciones pueden ser para siempre y vos me enseñaste que se puede querer y ser querido”… y viceversa… y viceversa… y la leía una y otra vez.
Fue una noche después de muchas noches sin dormir uno junto al otro. Nos juntamos a cenar. Anduvimos por la ciudad en moto hasta terminar en un bar de una esquina, bajo el cielo directo. Habías conseguido el perfume que quería luego de buscar y buscar. Fue un tesoro del que aun conservo las últimas gotas sin atreverme a usarlas, aunque seguro ya esté feo.
Hablamos y hablábamos, reconciliando las largas ausencias cuando el griterío nos llamó. Entramos juntos corriendo a la Plaza de Mayo buscando conocidos entre tanta multitud desconocida. Sino me equivoco esa noche era la ultima para Rodriguez Saa, y una de nuestras tantas ultimas noches tambien.
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