martes, 12 de agosto de 2008

Sueño de escape


Volvía desde el tiempo a buscarla. Con cara de que el tiempo no ha pasado, con la misma sonrisa de siempre y los ojos brillantes. Por un momento la confundió. Estaba acostumbrada a las sonrisas y ojos brillantes que sólo eran reflejos prestados. ¿Y si el tiempo había pasado sin que se de cuenta? ¿Y si había mejorado para atrás lo que buscaban hacia delante sin moverse? No quería ver su cara. Sabía lo que significaba en su sueño y el mensaje no le gustó. Un escape… nuevamente, fuera de ella. Un volver a lo que no retiene. Un volver a lo que no es y no será pero parece. A lo que confunde y distrae engañándose, a lo que ata a nada mientras supone tener todo. A la superficie, a la cáscara de nada, a la sombra de algo que no es, de gente que se junta para no ser nada. En sueños lo miraba y disfrutaba, pero también le escapaba. Finalmente decidió enfrentarlo.-¿Qué haces acá?- Vengo a buscarte. Traigo todo esto que querías, que pedías, para llevarte con migo.- Pero… ¿Por qué venís ahora, en sueños, vestido de mis pedidos?- Porque querés escapar. Simple. Como tantas veces hicimos.- Te equivocas. Yo no quiero escapar. Yo ya no escapo.- Algo me dice que sí… por eso me llamaste.- Yo no te llamé… (Se enoja, se desconcierta, duda.) No… No recuerdo haberte llamado, pero la realidad es que no podrías estar aquí si no lo hubiese hecho. No me habrías encontrado si no te hubiese buscado…- Si, me llamaste. Me vestiste y me peinaste para la ocasión, para el reencuentro. Traje todo lo que pedías, incluso los besos que decidiste no llevarte hace tiempo. Tómalos, se avejentan en mi boca en tu recuerdo.- Ya no los quiero.- Tal vez no. Pero los necesitas. Por eso me llamaste.- Es mentira. Ya no te recuerdo.- ¿Entonces que soy? ¿Qué hago acá? Me elegiste de entre todos los recuerdos de tu baúl, me tomaste pero esta vez no con tus manos delicadas sino con un oxidado arpón, y me colocaste acá frente al fondo de tu ojos, frente a la parte de atrás de tus pupilas, del lado de las sombras...- No. (lo interrumpe, el no borra su sonrisa)Y si te llame me equivoqué. Disculpá. No fui yo… bueno, no exactamente yo. No toda yo. Es decir… no fue mi intención…- ¿Y porque no despertás entonces, y me dejas ir? (su respuesta la dejó perpleja. Se sintió pequeña y confundida, como descubierta en una trampa que ella misma se tendió)Lo pensó y respondió con firmeza, apartando de un manotazo la incertidumbre:- Porque no quiero escapar. Si te llame para escapar, quiero no hacerlo, quiero terminar este sueño quedándome y no yéndome. Si te llame… no se porque, pero decido enfrentarte, decido enfrentarme.- ¿Y como pensas hacerlo? Estamos acá los dos, solos. Nada más tendé tu mano, toca mis labios, abrazame… y ya serás un poco más libre. ¿No tenes miedo de quedarte frente a una realidad que no es segura, que es contradictoria, impredecible y lastimarte? ¿Y si te hiere? ¿No abrirá de un golpe todas las cicatrices hasta que mueras desangrada? Si me aceptas en tu sueño, sabés que tenes siempre disponible el atajo al camino de fuego que envenena tus pies. Además, estamos solos acá, nada se vería cambiado desde afuera…- No! (lo empuja para que se calle) No estamos solos. Llegaste por equivocación, y si me equivoque al evocar lo que necesito ahora decido que te vayas, no es a vos a quien busco… Yo no te llamé a vos. Llame a otra persona. - Pero no vino… ¿O si? No lo veo. No viene. No responde. No está. ¿Cuál es la diferencia con migo? Yo vengo pero no estoy.- No viene. Pero está. Se que en este lugar tiene la misma existencia tu cara que veo y toco como la que llamo sin ver ni tocar. Pero es diferente porque lo estoy llamando, porque no quiero escapar, porque aprendí que escapar del dolor puede doler mucho mas, porque no te queda nada, porque no creces y no aprendes…- Vos sabrás… seguí entonces… pero yo te sigo de cerca. ¿Te puedo acompañar mientras llega? Si viene, me voy, lo prometo.- Hacé lo que quieras. Me voy a limpiar ese baldío, para esperarlo a que venga y esté todo lindo para cuando llegue. Allá, sobre una silla de madera, al lado del secador, esta el teléfono. Ahora lo llamo.- Bueno, vamos.(Entran al baldío, mucha basura se amontona en el piso. Una masa uniforme de mugre que resulta imposible discernir su composición. De todo se haya arrumbado y pudriéndose, pero sin olor. Se acerca a la silla, con una mano toma el secador para limpiar el agua del piso, producto de la descomposición y viejas lluvias, y con la otra mano toma el teléfono)- ¿Llama?- No, no hace nada. Solo silencio.- ¿Marcaste bien? (un aire de triunfo ilumina sus ojos)- No necesito marcar… este teléfono solo sirve para comunicarme con el. (Hace una mueca de despreocupación, como si todo estuviera bajo control. Con el teléfono en la oreja, sostenido con alguna mano que no ve, se aboca a la tarea de limpieza. Con fuerza y convicción empuja el agua con el secador, formando pequeñas olas que paralizan su trayectoria en el aire y vuelven a su lugar. El agua está llena de grumos ocres y amarillos que no dejan ver el piso, como un engrudo mal cocinado. Empuja, empuja, empuja… y no se da cuenta que el agua no corre mientras espera que el teléfono logre conectarse. El la mira, con sonrisa triunfadora y comprensiva.)- Mirá que el agua no corre… y además se nubló. Creo que va a llover. No tiene sentido que limpies.- Gracias, pero yo se lo que tengo que hacer. O por lo menos lo que quiero hacer, y eso es limpiar y dejar todo en condiciones.(Sigue limpiando, pero ahora presta atención al piso. Comprueba que la roña no sale… que los grumos están como cosidos entre sí en una red irrompible. Ya no presta atención al teléfono, se afana en pelar con el agua del piso. Quiere moverse, buscar otra posición para empujar con mas fuerza, pero su pie derecho no responde… está hundido entre los grumos. Se asusta, ve que sus pies tienen unas pequeñas zapatillas y comienzan a mojarse, siente la mugre tomando su piel.- ¿Dónde están las botas?- ¿Cuáles? (pregunta, mientras no pierde de vista cada uno de los movimientos)- Siempre tengo botas, es decir… cuando me hundo en el barro, en el agua, en la sangre… tengo botas. ¿Dónde están? (algo perpleja, como descubriéndose desnuda)- Te las sacaste.(Decide no asustarse. Es un sueño. Si quiere, su pie puede tener alas. Lo mueve, se hunde. Se apoya sobre el otro pie para forzar la salida… su otro pie se hunde. Se apoya sobre el secador para mantenerse a flote. Lo mira. No quiere pedirle ayuda. No quiere escapar. No quiere tenderle la mano a ese tiempo que ella misma echó al recuerdo. Se queda dura, levanta la mirada fuera de la escena que la ocupó los últimos minutos y ve la inmensidad del baldío. Duda si puede limpiarlo, sabe que no se hundirán más que sus tobillos… pero cae en cuenta que será un trabajo difícil, sobre todo porque cada movimiento le cuesta el doble en esa superficie fangosa, duda si sus fuerzas serán suficientes. El miedo la invade. Del otro lado del teléfono una voz contesta. Ella no escucha)
- Hola…
- …..
- Hola!!!
- …..

1 comentario:

Anónimo dijo...

EN EL CLUB DE LOS NOCTAMBULOS

Dioniso dijo...
Excelente relato Jimena, esa oniria extravagante que se posa en un recuerdo atrevido e insistente. La manera en que lo contas, en la que lo escribis, es fabulosa.
Me gusto mucho.



Saludos:


Dioniso

13 de agosto de 2008 9:17


Amorexia. dijo...
Hasta ahora vuelvo a leer y a los noctámbulos. Este texto es una joya, lo amé, es como cada conversación con mis invisibles, y el entorno se va transformando, las cosas cambian y cambio yo de posición sin moverme, por que nunca he ido a ninguna parte. Fabuloso sin duda, un honor tenerte como compañera de el club.

Saludos desde mi extraño país.

22 de agosto de 2008 15:06