miércoles, 6 de agosto de 2008

El grito del estaño


En memoria de Hernán Montero y Roberto Caceres Fabrica

Te quitan el aire de los pulmones en la oscuridad de los socavones. Te arrebatan los años de vida entre carbones. Te roban la luz del sol a tus espaldas, hundido en las entrañas de la tierra, mientras la estremeces con tu pico y tus cachorros. Arrancas la riqueza de las piedras mas profundas, como te enseñaron, como te mostraron, como lo hacían tus padres, como lo hacen con vos y lo harán con tus hijos las multinacionales carroñeras. Succionan las riquezas y se llevan pedazos de los hombres.
Atento. Esa sacudida no es normal. El silencio de la mina suele coparse con los estruendos de la dinamita, ya te acostumbraste a estar medio sordo, medio herido. Los pulmones negros de carbón y tierra respiran tan despacio que tampoco se escuchan. Nueva sacudida. No es normal. Giran y salen rápidamente como hormigas del hormiguero violado. Atento. Todos están atentos. Vuelve la sacudida. Te miras el pecho. Viene de adentro tuyo. De adentro de tu compañero, del de al lado, del de mas allá. Todos se miran incrédulos. Se agrupan y vociferan, quieren descargar las sacudidas que los golpean. Las sacudidas se multiplican, son espasmos de rabia. Ahora, a la luz del sol que nunca ven, pueden distinguirla. Tus hermanos están siendo golpeados, apaleados, denigrados. Tus hermanos están muriendo de hambre o bajo las balas de los prefectos y los fachos. Tus hermanos son tus manos, te las toman y tiran para que te muevas. Tus hermanos te están llamando. El odio de clase entra aullando por los campos como viento bravo. Te destapa los oídos, puedes escucharlo. Te limpia los pulmones, puedes olerlo y aspirar profundo y gritar: Ahora es cuando!
Has aprendido del estaño que trabajas… resistes como puedes al óxido del trabajo a destajo y a la corrosión de los infinitos días de explotación. Te doblegan, te doblegan.. tu bronca toma revancha en una barra de estaño que quiebras, y acompañando el “grito del estaño” tu voz retumba y responde: -¡Si, ahora es cuando!
Llevas contigo el tizne de la tierra como marca de guerra, tus cachorros de dinamita como arma de lucha, la solidaridad de clase como guía, el fin de la humillación y la explotación como motivo, la revolución como estrategia.
Se instalan en las rutas. Los ojos límpidos de ira brillan frente al crepúsculo. La tensión se ha apoderado de cada músculo. Los dedos transpiran sobre la dinamita. Miras la ciudad… que nombre estéril, La Paz. ¿La paz de los vivos muertos en las minas como fosas comunes de sueños? ¿La Paz de los gringos que descansan y comen sobre nuestros cuerpos? La Paz… La Paz que tiembla con los primeros dinamitazos.
La mínima reivindicación exige grandes luchas. Los han hundido hasta la cintura y se han parado sobre sus cabezas, moverse requiere hacer tambalear todo el sistema.
La policía acata y ataca. Se titubea mas al reprimir a la derecha o a los señoritos del alto que apalean campesinos. Se titubea mas cuando se les hacen concesiones a los capitalistas y socios imperialistas que quieren dividir Bolivia. No queda otra que avanzar resueltos. Dinamitan puentes, pero están construyendo caminos. La refriega se intensifica, los cachorros estallan, las balas vienen por todos lados. Los gritos de guerra no se callan…, sólo dos. Dos balas, dos aullidos de dolor. Dos compañeros caen salvajemente asesinados. La Paz, la otra, la de los hermanos se consterna. Las minas lloran lágrimas que se transforman en minerales. Por eso Bolivia es tan rica, llena de lágrimas y dolor… su panza está llena de compañeros valerosos, de broncas y expectativas. Dos compañeros más, dos nuevos motivos para gritar: ¡El capitalismo merece perecer! ¡La revolución es una necesidad!
Vuelven a los socavones, ya nada es lo mismo. Los picos golpean con mucha mas fuerza la tierra. Los cachorros están a mano…

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