lunes, 31 de marzo de 2008

las noches

 Odio las noches. Tampoco tengo sueño. Es la hora en la que la cabeza baja las barreras y una estampida de ideas y sensaciones en tono irracional, salen precipitadamente en una orgía arremolinada de imágenes y palabras. Incluso aquellas, las que no gustan de la luz. Las que permanecen la mayor parte del día en las zonas oscuras y lodosas. Salen perezosas, molestas por ser despertadas, y dejan en su andar un tendal de huellas de barro que tardan hasta la mañana en secar. Con la luz del día, sólo quedan las marcas y el olor a basura descompuesta. Sacudirse no alcanza. Tal vez permanezcan ahí por horas, hasta que sean borradas por los quehaceres diarios y el ritmo del día. 

Odio las noches porque estoy desprotegida frente a mí. A veces me impresiono yo misma de las cosas que se me pueden ocurrir. Lo que a la luz del sol parecía claro, tornándose con la noche algo gris. 

Los pensamientos que me cruzan serán protagonistas de otras crónicas. Esta es sólo para llamar al sueño y dormir. 

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