viernes, 30 de mayo de 2008

cruzar la puerta de la realidad


Llevo demasiadas horas despierta sin vos. Siento tu respiración omnipresente tras mi hombro… pero cuando giro la cabeza ya no estas. Extraño tu cuerpo.
¡No me mires así! Ya lo se. Vos dirás…
-¿Cómo podes extrañarlo si nunca lo tuviste?
El tono de reproche y de morbosa duda me atormenta. Mi mirada se torna incrédula y se defiende.
-¡No puedo creer lo que me decís! ¿De donde sacas tan dolorosa verdad?
No… meneo la cabeza mientras cierro los ojos con mis manos e imagino tu rostro de duda, que busca en los ojos ocultos tras mis manos alguna explicación. Arremeto…
-¿Cómo podes decir un arma tan filosa? Si yo… ¡Si yo te tuve cientos de veces, y miles de veces me entregué! Tenés que recordarlo… En cientos de descuidados roces sentí tu piel junto a la mía, y te he tomado por la cintura mientras mis manos se hundían en tu carne caliente. ¿No te das cuenta que mis manos tocan tu piel, derritiéndose como la cálida cera de una vela que va en frenética carrera por tu superficie buscando enfriar su fuego?
No espero tu respuesta. No la necesito… y mi gesto te aparta mientras continúo mi auto convincente monólogo.
-No importa lo que digas porque yo… ¡Yo sentí tu piel conmoverse al contacto de mis huellas! Cada uno de tus poros dejó entrar mi presencia a medida que los recorría. Mis ojos han acariciado cada centímetro de tu piel que se topó frente a ellos… No, no me interrumpas por favor, porque puedo reconstruir tu imagen completa con mis sentidos. No acepto que no des cuenta de lo que digo. Sí en los prolongados abrazos que nos hemos dado, nos hemos hundido el uno en el otro percibiendo una calida fuerza que nos invitaba a no soltarnos… si mis brazos te rodeaban con fuerzas de océanos embravecidos para que no escaparas, para que quedara pegada a mi piel tu presencia… una marea que se hundía en tus profundidades y te devoraba. Apretaba firmemente tu cuerpo sobre el mío para que una vez más no te evaporaras al abrir mis ojos… Luego de cada abrazo te miré y te besé, y tomé el pulso de tu respiración con mi lengua, y seguí el latido acelerado de tu corazón con mis manos... Y cuanto mas firme te atrapaba mi cuerpo, más se ablandaba el tuyo, cediendo ante el impulso, perdiendo de apoco la conciencia, dejando junto a la ropa en el suelo los miedos y prejuicios.
En el silencio solo se sentía mi confusión… y volvía a completarlo en lamentaciones…
-No, No podes haber olvidado todo este mar de sensaciones… pero… sí en tu boca resonaban las palabras en que me decías:
-Ven, a cambio te invito a compartir mi aire, para que sea calido y nunca mas pasemos frío.
-¿Por qué te empeñas en negarlo? De sobre sabes que mis sensaciones se han vuelto monotemáticas desde la primera vez que compartimos.
El silencio se quebraba y tu imagen se desdibujaba ante una nueva presencia…
-¡No te vayas…! Esperá… todavía no abrí los ojos… todavía no desperté… Exijo que te quedes junto a mí mientras dure mi sueño. Aún no terminé de recordarte, como en los sueños en que te tuve, en los que estaba dentro tuyo y vos dentro mío. Aquellos pasionales sueños en que tus labios se encontraban con los míos como finas frías piezas de porcelana que, al contacto, entraban en combustión y se disolvían en una única materia. Y… Y….
Y una, y otra vez más, pensaba todo esto. Meditaba en mis cavilaciones, como siempre, teniéndote una vez más en mi mente, divagando irrealidades, soñando en tu cuerpo…
Súbitamente, el telón que cubría el silencio de mis palabras se desplomó decididamente y apareciste en escena, con toda tu materialidad. Me miraste mientras mis labios aún hablaban con tu imagen. Tu figura ya no era traslucida y emanaba calor real. Así, parado frente a mí, mis fantasías se desdibujaron rindiendo pleitesía a su soberana realidad. El tiempo se detuvo y el ambiente se tornó en un apremiante vacío que hinchaba mis venas… el latido de la sangre que fluía retumbaba en mis oídos y mi cabeza. Como atrapada frente a un crimen te miré torvamente…
-¿Volviste para arrasar mi irrealidad con tu innegable realidad?
Me miraste a los ojos, como tantas otras veces, y como tantas otras más recordé… En tu rostro se dibujó una torpe sonrisa, de dios que ha perdido sus poderes y ha caído al reino de los mortales… tu mano se extendió hacia mí y en el ademán dibujó en el aire: tómalo, también te extraño…

1 comentario:

Espiritu Muajajesco dijo...

muy intenso. Schiller decía: "solo la fantasía permanece joven; lo que no ha ocurrido jamás, no envejece nunca".
y mi abuela citando a alguien, agregó "no hay nostalgia peor que añorar lo que jamás sucedió" (y no es de Sabina!!).
muy intenso