miércoles, 8 de octubre de 2008

Dulzura


A veces me siento fuera de mi misma… alterada y atacada por distintas sensaciones, agredida por mi propio cuerpo, como parada sobre los pies en carne viva. En esos momentos la cabeza se paraliza pero en realidad es porque gira rápidamente sobre si misma. Es difícil detenerla o respirar profundo. Pienso que lo mejor que me puede pasar es que el colchón se abra al medio y me trague… mientras la angustia acompaña mi cuerpo que se hunde y acalambra el estomago, tensiona los extremos, duelen las muelas, los ojos y la garganta.
Ayer me recosté y me hundí… y me sentí mejor. Pero no me tragó el colchón. Puse mi cabeza en tu pecho y sentí que no tenía que temer. Tu cuerpo se transformó en un algo cálido y mullido, que recubrió mi cuerpo rebelado. Tus manos acariciaron mis angustias buscando alejarlas. Tu voz susurraba un bálsamo de placidez mientras tu calor derretía las estalactitas que se habían formado dentro mío. Transformar lo que podría haber sido una dura noche, antesala de un terrible día, en un desvanecerse temporario. Una mano al otro lado de la cortina. Un beso al otro lado mármol. Tu calor al otro lado de mi lado. Aunque todavía mi cabeza aguijonee… puedo sacar de mi memoria esa dulce sensación, verla, olerla, saborearla, y palear un poco el malestar.
Gracias. Una vez mas.

1 comentario:

Amorexia. dijo...

Inexorablemente solo en un ventre nos sentimos así, aveces materno, aveces de amor.

Saludos desde mi extraño país.

Buen texto.