viernes, 31 de octubre de 2008


El agua caía impertinente. Olvidó que acá es artificial, que sale de un caño en una pared… parecía querer emular los bravos arroyos que bajan de las montañas.
Un extraño vapor se apoderó del aire y todo se volvió etéreo. Dos sombras danzan en la cortina de cristales húmedos y se derriten y funden con el calor. Dentro, las sensaciones liquidas se apoderan de la esencia y un mar de lentejuelas brillantemente blancas resplandecen y enceguecen. Vibran sobre la superficie, se hinchan y tensionan, mientras la marea aumenta. Las sombras y reflejos se confunden, el tiempo se detiene en las sensaciones pero marca su paso en las arrugas de la piel. Las figuras se tantean y se miden. Las gotas se deslizan sobre la piel rápidamente, vergonzosamente. Se abrazan los tres. Se abrasan. Los ojos se buscan entre los pelos que se pegan al cuerpo, que caen sobre la cara como pesados telones de una vieja sala de teatro. Los labios tienen sed a pesar de estar embebidos en agua, brillantes, húmedamente suaves. Las pestañas no dan abasto para proteger las pupilas encendidas. Hay sonidos acompasados del agua mas audaz. Sonidos de gotones desbordantes sobre el agua acumulada entre los cuerpos. Las sombras se aferran para no perder el equilibrio, el mundo se ha dado vuelta y el ambiente acuoso confunde. Las sensaciones se multiplican, la piel se transforma en una ramificación de terminales nerviosas hiper sensibles que se rozan y frotan lubricadamente. No solo el agua ha olvidado su contexto, las figuras también vuelven a su naturaleza, llevadas por impulsos que los habitan desde hace miles de años. Toda la superficie de la piel es recorrida y reconocida entre besos, caricias y gotas. Los ojos cerrados sólo sienten. El agua entra por sus poros y sus bocas abiertas. Se olvidan de respirar y mueren con un gemido entre los labios.

1 comentario:

Espiritu Muajajesco dijo...

:-)
Las pestañas no dan abasto para proteger las pupilas encendidas

me gustó esa frase
(y todo lo demás)