viernes, 29 de enero de 2010

no se hace camino al andar

La lluvia comenzó como una liviana cortina de suspiros. Estaban en la calle desprevenidos y tampoco dieron muestra de preocuparse por el agua amenazante. Los pies contaban las baldosas, acompasando el ritmo y las respiraciones. Ella lo tomaba por la cintura del pantalón y cada tantos pasos el debía ajustarlo nuevamente a la cintura. Ella no se daba cuenta que dejaba caer el peso de su cuerpo en esa mano.
Siempre a punto de volver, el sugería una cuadra mas. Y ella camina, así sin saberlo, cada paso creía que se alejaban, pero solo estaban volviendo.

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