lunes, 6 de abril de 2009

Una delgada sombra

Una delgada sombra, casi transparente, se coló por la hendija de la puerta hasta escabullirse en la cama. Sigilosa y volátil.
- ¿Que beneficio obtengo de fijar tu imagen en mi mente y recostarme con ella toda la noche? ¿Qué no duermas con otra?
- Tal vez.
- ¿Y vos que buscas? ¿Demostrarlo?
- Talvez.
- Y ¿Es ese un real beneficio? Si lo buscas. Te gusta coquetear con los límites
histéricamente. Es parte de tu esencia. ¿Es entonces un beneficio ser la garantía de la histeria? Mejor desanrollala, enfrentate a ella sólo con tu sombra. Rompé la histeria porque ya nada te obliga a serlo. Sos libre. No se necesita confrontar constantemente con una cárcel para recordarse libre. Claro que ser libre no es sólo Serlo. También es saberlo ser. Lo que necesito sentir no es lo que así puedas demostrarme. ¡¿Que sentido tiene un dique para contener el agua…?! si el agua no se mueve se pudre. De otra manera la libertad no existe. El dique se vuelve esclavo de la libertad del agua.
Terminó su parlamento y miró entre lágrimas a la sombra. No eran lágrimas de bronca, ni de enojo. Eran lágrimas extrañas, paridas de la misma sensación de no poder detener lo indetenible. De pararse de una vez por todas frente a lo inevitable. De intentar sentirse libre de esa histeria y ver que queda cuando ya no queda nada de ella.
La sombra vaciló un momento, una pequeña brisa entró por la ventana y la sacudió. Ella se estremeció a la par. Le mostró sus callosidades a penas perceptibles en la penumbra para que entendiera que hablaba en serio. La sangre que brotaba cicatrizaba al contacto con el aire. El proceso se había hecho cada vez más rápido con las repeticiones.
La sombra se escurrió por entre las sábanas y voló por la ventana. Ella volvió a recostarse. Sabía que amaba esa sombra. Sabía que la sombra no la amaba, pero lo intentaba. Pero a la vez seguía buscando. Necesitaba seguir siendo sombra. Ella no quiere sombras, ni quiere serlo. Dormirá y despertará todas las noches y días que pueda llevar hasta que entre de cuerpo entero, con su sombra en el bolsillo… O hasta que ella, por fin, ponga llaves en la puerta y no espere mas.

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