miércoles, 24 de diciembre de 2008

Mi brindis de fin de año

Esta foto y estas palabras no son para amargarnos, buscando el sentimiento culposo exacerbado en las fiestas, para sentir que nos duele el prójimo y somos buena gente. Tampoco para brindar con las doce campanadas en pos de un mundo sin hambre y por los niños, intentando lavar en champagne, sidra, gaseosa o agua nuestra conciencia. Tampoco para que entonces nos enojemos y murmurando que este mundo es una mierda, nos refugiemos en un cuarto a lamentar la vida. El año nuevo promete traer un panorama oscuro, de crisis, de hambre, de inestabilidad. Ante esto no brindo esperando un mejor año. Yo brindo porque la culpa se transforme en conciencia. Brindo porque la conciencia no sea lavada, sino que sirva para lavar el mundo de las profundas desigualdades e injusticias. Brindo para que el enojo se transforme en acción, y salgamos de nuestros cuartos, de nuestras casas, de NUESTRAS fabricas, de NUESTRAS escuelas, de NUESTRAS universidades a vivir la vida, a exigir lo que es nuestro, a cambiar el murmullo por las voces en alto, por transformar el panorama gris por venir en un torrente de fuerza y energía, de ganas de cambio, de convicciones, de transformación. Por eso yo no pido un deseo en mi brindis. Yo reafirmo que no deseamos, sino que hacemos. Que no esperamos, sino que buscamos. Que no creemos, sino que sabemos, que vamos por una vida distinta, sin limosnas, sin pedir. Por un mundo que merezca ser vivido, porque la humanidad pueda definitivamente atravesar el umbral de la Historia, por un mundo sin explotados ni explotadores.
Salud!

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