viernes, 6 de marzo de 2009

En la revolución tal vez surja el amor

Yo no prefiero escuchar mentiras piadodsas.

Duele mucho, mucho… y lo que mas duele es querer tu abrazo para que no duela más.

Gracias por la sinceridad. Desgarra, pero ahora puedo entender casi todo.

No se puede querer querer mucho tiempo.

Una sola vez me enamore… y esta vez sentía que podía llegar a hacerlo. Había logrado derribar algunas paredes y avanzaba sobre mis más grandes miedos. Pero en el último salto no vi que del otro lado solo había zanja. Ahora estoy ahí, respirando barro, con el estomago lleno de tierra y lombrices en los ojos.
El lento camino de reconocerte en cada cosa, una vez que comienzan a resultarnos un tanto ajenas. Una frase en la radio dispara el llanto. Un te con anís trae el recuerdo de una casi única cosa linda que te leí escribir casi con seguridad sobre mi.
Es el momento del despegue? Tan pronto?
Caminaba escudriñando el piso. Camine mirándote a los ojos y no vi la piedra, no quise verla pero la sentí. Se activa la señal de alarma. Operación blindaje. El agua salada no ha limpiado suficientemente bien aun la piel… arderá por mucho tiempo.

El momento en que las “líneas de expresión” se hacen surcos… se hace tarde… se hunden en la piel y rasgan la carne.
No quiero dejar de quererte, aunque no pude querer como quería, tratare de querer como se pueda. Una raya más en la sucia pared de cemento. La casa se vuelve del gris de las prisiones y del otro lado de los barrotes de la pequeña ventana se ha nublado. La humedad baja por los muros y arrastra suciedad que dibuja surcos dibujando más barrotes donde no los hay. El vacío se llena con el humo. EL silencio con los sonidos de la panza que se retuerce aun, cuando el resto del cuerpo se ha aflojado tras la caída.
Tiene temor de releer la sentencia. Ambigua, como toda ley, escrita por un abogado perspicaz e inteligente. Pero sabe, en su interior, que el veredicto es grave. Vienen a su cabeza los fantasmas del pasado. Llaman al teléfono para no decir nada… paradoja terrible del destino. Golpean con su presencia omnipresente como si supieran… y le dan a la escena un alo mucho más trágico. La celda se llena de los condenados y cientos de voces hablan a la vez creando un gran caos en el silencio.
Oí: - En la revolución tal vez surja el amor.
Si acordamos que el amor es un sentimiento que se genera de determinadas relaciones humanas, si esas relaciones son revolucionarias, será el mejor amor que se pueda intentar en esta sociedad capitalista. Pero la revolución no lo garantiza. Puede no surgir ese amor, y en ese caso lo revolucionario es ser conciente de ello y superarlo.

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