miércoles, 24 de febrero de 2010

Escenario de crisis

Escenografías gigantes del teatro del mundo se han caído. Los actores en escena se han quedado perplejos. El estruendo ha sido feroz. Algunos reaccionaron más rápidamente, exigiendo a los que aun miran desconcertados que levanten sobre sus espaldas los escombros, para rearmar nuevas escenografías, parodias de las anteriores. Como rompecabezas viejos, abandonados, faltan piezas, hay piezas rotas, piezas mezcladas que no encajan. Algunas más o menos se irguieron nuevamente, y las tapizaron con billetes arrancados al público para tapar las imperfecciones. Pero todavía no terminaron de emparcharlas que algunas comienzan a desmoronarse nuevamente.
Las nubes grises de polvo se levantan desde el estrépito y dejan las escenas en penumbras. Se pueden ver algunos ojos de terror, inyectados en sangre de codicia. Se muerden los labios pensando nuevos engaños mientras gritan y vociferan, buscan impostar una autoridad que se les resbala por las escamas de la piel. Pero deben mostrar firmeza. Deben mostrar una situación controlada para que todo siga igual. Para que los hombres de detrás de escena, para quienes hacen funcionar el teatro, el público que paga el espectáculo, los actores de reparto y los extras sin los cuales la obra no existe, no comiencen a sentirse inquietos, no intenten caminar ni moverse. No noten las cadenas que los atan, pero sobre todo, no observen que también son de utilería y pueden arrancarlas.
Llegan gritos de distintos lugares, y los directores de los teatros se estremecen. En algunos lugares han comenzado a volar butacas. En otros se han quemado los telones. Las escenografías tiemblan por los pasos redoblados que se corren en el escenario. Ojos, ojos de terror entre las penumbras. Miran a aquellos hombres con desprecio y miedo profundo. ¿Cómo se atreven? Simples extras confinados a un papel secundario. ¿Pero que se creen? Se preguntan, con voz temblorosa e indignada los hombres de traje entre si, los actores de primera línea, los protagonistas hasta el día en que se escucharon crujir algunas de las cadenas.
Algunos hombres que sólo usaron durante años sus manos para pulir los escenarios, para clavar los decorados, para sostener las luces… están comenzando a reconocer el escenario, a aprender nuevos libretos y a ensayar nuevos actos.
Mientras, los hombres de traje también ensayan nuevas obras, con los ojos de terror siguiendo cada movimiento de la multitud
Los protagonistas comienzan a presentarse en escena
La tensión se acrecienta poco a poco
Llegó la hora de desenterrar libretos que nos han dicho son obsoletos y viejos
Es la oportunidad de trocar los llantos por las risas
Es la oportunidad de recuperar nuestras risas de quienes nos las robaron
Llegó la hora de repasar nuestros guiones y comenzar a preparar la nueva historia

No hay comentarios: