viernes, 6 de febrero de 2009

Tierra Palestina

Cerrada noche. La oscuridad infecta el aire de incertidumbre. En algunas casas los niños duermen. En las casas, algunos no. Hace días y noches que sus ojos se queman en la temerosa luz de las velas. No hay luz. Y si la hubiera, tampoco podrían encenderla… es conveniente que en el negro escenario de la noche solo brillen las estrellas, ya que aun no pueden ser blanco de los ataques. Mientras tanto, el mar no detiene su danza, a las orillas del museo de la barbarie.
Algunos padres velan el sueño de sus hijos, otros velan a sus hijos en sueños, otros velan…mientras pueden.
Una fuerte luz ilumina la piel desde las ventanas. Segundos más tarde una explosión. Una nueva lluvia de muerte cubre las calles de la franja. La gente corre, sin tener donde correr. La vida dura ha curtido sus pieles, la muerte dura ha curtido sus personas. Pero esto no es aun suficiente para que no sientan el dolor y la impotencia. La ira alimenta cada minuto de su vida, con cada vida que cesa. Los llantos han regado la tierra y la han vuelto yerma. Se seca, se agrieta, se abre para recibir la sangre de sus hijos e hijas, que se unen compulsivamente a los muertos que ya ha tragado… Los cuerpos son agitados en alto hasta hundirse en Palestina. Los gritos de desesperación y venganza acompañan ese camino. Los gritos de los muertos del pasado, repiquetean en los oídos del presente y presagian la muerte en el futuro. Miles han nacido y muerto en esa tierra, en esta era de masacre. No han conocido otra cosa distinta de la opresión, la humillación, la explotación en sus expresiones mas extremas. Si el mundo se ha convertido en una cárcel en este sistema, Palestina es una mazmorra, de las más sucias y violentas de la tierra. 1.500.000 de personas a merced de la sed expansionista del sionismo disfrazado, cinismo. La masacre justificada con cinismo del sionismo. Aquí la historia se repite como tragedia. El holocausto es invocado en nombre de un nuevo holocausto, de un nuevo genocidio. Los miles de judíos que oscurecieron con sus cenizas el cielo en los años del nazismo no lo justificarían. Muertos de diferentes supuestos dioses, dogmas, creencias y tradiciones. Muertos de distintos colores y nombres. Muertos de la misma manera y asesinados por la misma sed de poder y conquista de un sistema que deja ver, en situaciones como estas, su verdadero rostro.
Imágenes que nos golpean a miles de kilómetros. Impactan. Pero ya no la sangre o el dolor… se naturaliza la muerte en un sistema moribundo. Me impresiona encontrar la gente, la vida, del otro lado de los ojos inyectados en sangre, hinchados de los llantos y el dolor, de los dientes apretados del odio, del ceño fruncido de la ira, de los puños en alto de la venganza. Me impacta ver que no se cansan. Que no se rinden. Que cada golpe de bomba en la tierra, sacude los guijarros que sepultan años de muertes, liberando de las entrañas las razones para seguir en pie. Me impacta que no se amedrenten frente a un enemigo poderoso, respaldado por el más poderoso de los masacradores del mundo. Y junto a los ojos de las familias destrozadas, mis ojos tambien lloran, no ya dolor, lloran bronca. No puedo decir que esto sea irracional, ni inentendible, ni inexplicable… Porque hay una razón (no racional). El sistema capitalista de muerte, la sed imperialista de expansión y dominio, los intereses capitalistas de ganancias… Cada minuto que pasa, cada golpe que el capitalismo da, sacude nuevas tierras… pero ya no solo despierta a los muertos… también esta despertando a los vivos. A eso teme. Y toda su maquinaria se pone en marcha para aplastar y disciplinar, para sembrar horror, miseria y muerte. Este sistema no solo merece perecer… ya agoniza…
Los muertos, los vivos, los que se niegan a morir, los sobrevivientes… abriremos las puertas de esta cárcel, fundiremos los barrotes con fuerza arrasadora., la tierra cerrara sus grietas y nacerán nuevos verdes, nuevos perfumes, nuevos sabores. La noche seguirá siendo oscura, pero todos tendremos derecho a disfrutar de las estrellas.

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