domingo, 8 de febrero de 2009

Pasado herrumbado

 Un día lento, en que el tiempo apremia. Vuelvo al papel. Ya un camino desde mi adolescencia. Recorro los lugares viejos y me sorprendo con los nuevos. Por fin el río. Recorro el camino de la orilla hasta llegar al muelle de los primeros besos de amor. Cerrado. Privado. Máquinas excavadoras y material. El tiempo pasa y deja marcas. Fue un tanto extraño sentir que mancillaban algo significativo de mi pasado. Seguí camino. El borde de la orilla. Estaba recortada por un alto alambrado hasta que encontré un hueco. Recorrido de reconocimiento de nuevos lugares. Nada que rescatar, salvo un manojo de hierros retorcidos con ojos, que los pájaros confundieron con un árbol. Estaba ahí puesto, como un llamado a la reflexión, generando sensaciones. Luego el teléfono, y el llamado al presente. Un montón de hierros retorcidos, fuera y dentro de mi estómago. Imágenes para el regreso. El árbol consumiéndose por el fuego desde adentro, con sus ramas ensordecedoras al caer al suelo. Y el humo, como señal de dolor. El Ford T incurriendo en la Panamericana, ajeno a su asincronicidad. 


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