lunes, 30 de julio de 2007

Desmembramiento

Era un dia como cualquier otro en la fabrica. Tomamos nuestro lugar en la línea a las 6.00 AM. Las máquinas no paran de funcionar hace días, en los tres turnos todos hacemos horas extras, a veces trabajamos hasta 12 horas seguidas. Luego a casa, a comer, a dormir y a volver a trabajar. La empresa tiene mucho que exportar y nosotros tenemos que trabajar mas para correr la sombra de la inflación. Casi no veo a mis hijos ni a mi marido, mi familia está fragmentada. Esto suena duro, pero todavía hay mas.
Ayer, Julia (que trabaja a mi lado), estaba mas cansada que de costumbre, su hijo tuvo fiebre toda la noche y no pudo dormir. Los golpes de las máquinas estaban al máximo y nos exigían producción. Me preocupaba Julia... Estaba lenta. El encargado le llamó la atención varias veces. Como Julia está contratada y la pueden echar en cualquier momento y por cualquier cosa trataba de hacer lo más rápido posible. Llevábamos seis horas trabajando y sucedió... Julia no pudo, no logró, no reaccionó, dormitó... no se como pasó... su mano quedó atrapada en la máquina. Sus dedos quedaron atrapados en el engranaje. En un segundo pude ver como la máquina no sólo devoraba día a día nuestra vida, ahora comía nuestro cuerpo.
La socorrimos, la consolamos mientras esperábamos la ambulancia que no llegaba, la atención primaria (por demasiado primaria) desesperaba la situación. Todos dejamos nuestros puestos, nos reunimos alrededor de nuestra compañera y su dolor. Nos miramos y tengo la certeza que todos pensamos lo mismo. Nuestras miradas eran de tristeza. Sabíamos que Julia no recuperaría la mano ni la posibilidad de encontrar nuevo trabajo (ya que aquí no la querrían luego del accidente). La indemnización no pagaría jamás el sudor, lágrimas y sangre dejados en el línea. Al momento, la tristeza se trastocó en odio. Venían de todas las secciones en respuesta a nuestros gritos. La indignación se hizo colectiva y debatimos, nos encontramos iguales, separados cotidianamente por engranajes y rieles, por supervisores y miedos, pero unidos en un sentimiento de pertenencia que no hubiéramos podido explicar.
No volvimos a trabajar. Las máquinas dejaron de funcionar sin nosotros... y nosotros comenzamos a funcionar.
Los jefes que durante años vivieron por nosotros sin que ni siquiera los conociéramos, corrieron a nosotros... no por Julia, solo les interesaba que no se detenga la producción.
Pero esta vez todo sería distinto, no sería como siempre, no. No seguiríamos como si nada. Votamos pelear por Julia, por nosotros. No volveríamos a trabajar hasta que no se garantizara para ella la continuidad del trabajo con otras tareas, mejora de sueldo y gastos médicos y para nosotros, control de las condiciones de trabajo y seguridad por parte de nosotros mismos.
Ese fue el inicio.
Durante años nos fragmentaron en cuerpo, espíritu, como personas... Nos fragmentaron entre nosotros... Pero de ello aprendimos. Esta vez fue la última. Nos dio la unidad.
(Cuento basado en un accidente ocurrido en Pepsico Snacks el 02/03/06)

matiasr2 said on 8/6/07 8:46 AM …Muy bueno el cuento... y mas aun cuando llegas al final y te enteras de que esta basado en algo real.Bueno jime, nos vemos por la facu... che, ni idea los capitulos de el principe que hay ke leer no? Salud y Saludos!


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