miércoles, 6 de abril de 2022

La insensibilidad al mango

 Tribuna abierta. La insensibilidad al mango (laizquierdadiario.com)

La insensibilidad al mango

Crónica de una reflexión sobre la actualidad: son ellxs o nosotrxs, las salidas posibles.


Hace días que nos bombardean con cifras. Frías cifras de la economía. El crecimiento de la inflación, y esas cifras dicen que hay 8 % de indigencia (gente que no tiene ni para comer). La mitad de los niños en Argentina son pobres. El 40% de pobres, de los que hablan son 17 millones de PERSONAS. Algunos se muestran indignados, se echan culpas... y hablan de nosotros como números que no tenemos otra opción que esperar a ver qué hacen con nosotros.


Y nosotros sabemos qué hay detrás de esos números. Porque esos números tienen una vida todos los días desde que abren los ojos. Entrás al mercado y te chocás con gente haciendo cuentas, escuchás sobre cuánto estaba el aceite, o la harina, o lo que sea, la semana pasada y cuánto aumentó. Colas en la caja de gente con 4 o 5 artículos, que compra la comida al día. Personas que buscan changas para llevar algo a su familia o que dependen de la ayuda de la familia o comedores para comer aunque sea una vez al día. Está el aire pesado y las caras de desconcierto se recorren unas a otras buscando respuestas, pero sólo encuentran iguales expresiones. Porque hablan de nosotros y no dicen nada. Palabras vacías llenas de especulación. Nadie se juega, ni quiere, ni acepta decir, quienes son los verdaderos responsables, quienes se benefician con esta crisis y cómo terminar con esta miseria.


Hay "presiones", y "presiones"

Los que no se pueden callar salen a la calle, se movilizan. Exigen. La semana pasada hubo un acampe pidiendo trabajo... porque con los "planes" no se puede vivir. Al frío de la noche, se instalan a la intemperie para que los vean: “¡ACÁ ESTAMOS! Nos caemos de este sistema que ni siquiera puede garantizar lo básico a sus esclavos”. y los ignoran, los reprimen, los maltratan. Pero hacen cadena nacional en los grandes medios para demonizarlos.


Mientras, los representantes de las grandes empresas, se pasean por los pasillos de la Casa Rosada haciendo lobby. Ellos también exigen: que no se toquen las retenciones, que les den tal o cual subsidio, que les voten leyes. En resumen, que les sigan garantizando sus ganancias. Ellos son los que meten presión, extorsionan, aprietan... Pero los desocupados y los sectores populares que acampan en 9 de Julio son, en palabras del Ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, los que aprietan a los argentinos. Si un Ministro de Desarrollo Social dice semejante barbaridad, cómo sorprenderse de que Horacio Larreta diga que hay que sacar los planes a quienes se movilicen con sus reclamos.


No se trata de explicarles lo que pasa. El presidente dice que hay "diablos" que aumentan los precios, y que quiere reflexionar con ellos. Pero con quienes padecen ese aumento de precios, no se quiere hablar.


Donde mueren los análisis políticos (y los relatos)

Ya no solo indigna el hambre y la miseria que generan... es también el completo desinterés. El uso del hambre para sus propios intereses, con miras a un 2023, que está muy lejos en la panza de esos miles. ¡Son nuestros hermanos quienes piden pan! ¡Son nuestros hermanos quienes piden un lugar donde vivir, acceso a salud y educación de calidad! Y los ocultan con discursos berretas y de odio a los pobres. Si nos dicen que el país creció el 10%, y hay 40% de pobreza... ¿Dónde se fue esa riqueza? Y con este escenario, defienden pagar la deuda con el FMI. Para ellos parece que es más peligroso un trabajador desocupado que corta una calle que el organismo de crédito internacional. Hasta impulsan una Ley para repatriar capitales fugados que en lugar de usarlos para resolver la crisis social, quieren usarlos para pagar la deuda. Proyecto que Pablo Moyano dice que “lo van a militar en la calle”.


Los empresarios de la industria y el campo, los de las empresas privatizadas de servicios, los bancos, los políticos y sindicalistas que los representan ¿Quién pierde? NINGUNO NO LES IMPORTA mientras no se vean afectados sus intereses. Si la gente se muere de hambre en sus casas, a escondidas. No les importa mientras no les copen las calles, les tomen las fábricas, no hagan huelgas y no afecten "la gestión de sus ganancias".


Hablamos de empresarios como los de Kraft, en cuya planta de Pacheco murió una trabajadora y querían obligar a sus compañeros de trabajo a seguir trabajando como si nada. Prohibiéndoles el duelo, hasta el derecho de estar tristes y expresar el dolor. ¿Qué les va a importar si los niños no pueden alimentarse correctamente comprometiendo su capacidad intelectual y de aprendizaje a futuro? Que los laburantes sigan fabricando oreos (para quien pueda pagarlas).


Enormes fábricas de alimento que en lugar de responder a las necesidades sociales, buscan la ganancia de algunos pocos. Igual que el campo, con ganancias extraordinarias sólo por contar con tierras increíblemente ricas por naturaleza (no por sus esfuerzos). Igual que las empresas que buscan ganancias en brindarnos luz, agua y gas. ¡Increíble! El sistema no puede ser más irracional e inhumano.


Por arriba y por abajo

Mientras todo esto pasa... por arriba se pelean... El Frente por el Cambio con el Frente de Todos. Y ambos internamente. Y hacen especulaciones electorales. Y tanta pelea para ver quien sigue haciendo lo mismo que hasta ahora.

Mientras, por abajo... pasa de todo. La bronca se cocina a fuego lento junto con el mate cocido y leva con el pan. La paciencia se va acabando como se acaban los ingresos cada vez más rápido. Lo dicen desde el FMI y lo muestran nuestros hermanos de Perú... los levantamientos sociales están en el menú.


A problemas tan profundos, soluciones de fondo.


Elijo estas palabras de León Trotsky, para ilustrar algo tan sencillo y real que debería ser un objetivo único: "La tarea fundamental, la más crucial y la más importante, es la eliminación de la miseria. Es necesario que el trabajo humano proporcione la mayor cantidad de productos posibles. Pan, botas, ropa, periódicos, todo lo que sea necesario debe ser producido en tal cantidad que nadie tema que no alcance. Debemos eliminar la escasez y, junto con ella, la codicia. Debemos ganar la prosperidad, el ocio y, junto con ellos, la alegría de vivir para todos." Estas palabras son de 1926. Casi 100 años después, estamos en mejores condiciones tecnológicas para producir suficiente como para que nadie tenga hambre, como para que todos tengan una vivienda, una educación, y que la convivencia con el medio ambiente no sea de destrucción y rapiña.


Hoy mismo se podrían implementar medidas de emergencia como repartir las horas de trabajo reduciendo la jornada laboral a 6 horas. Dándole empleo y estabilidad a los desocupados y precarizados. Con salarios acordes a las necesidades de las familias. La tecnología y la riqueza producida lo permite. Lo mismo con los servicios básicos. Hace falta que la economía nacional se organice en base a las necesidades sociales. No para las ganancias de las grandes empresas o para pagarle a organismos financieros como el FMI que son una sangría de recursos. Un gobierno de trabajadores, de las mayorías para las mayorías. Para lograr implementar estas medidas para dar salida a las demandas populares a costa de las ganancias de los empresarios que ningún gobierno quiere enfrentar.


Somos más que números, somos más

Los sindicatos, en lugar de llamar a congresos de sus trabajadores y abrir las puertas a los no sindicalizados, precarizados, en negro, para discutir un plan para frenar este ataque; volvieron a sentarse con el gobierno y los industriales. Se fueron con el compromiso del adelantamiento de las paritarias. Pero ya sabemos que esto es una respuesta para un pequeño sector en blanco. Y que además, los aumentos salariales se los come la inflación.


Necesitamos organizar la fuerza y la bronca por abajo para llevarlo adelante. Necesitamos que los trabajadores, los desocupados, los estudiantes y sectores populares exijamos a los sindicatos que de una vez por todas rompan con estas políticas de hambre. Desde la izquierda tenemos un programa que da respuesta a las necesidades populares. No podemos seguir probando más de lo mismo que nos prometen siempre. Porque en cada prueba, quedan millones en el camino. Cada vez queda más claro que la verdadera grieta es entre ellos y nosotros.


Ellos se organizan y hacen política para mantener sus intereses, nosotros debemos hacer lo mismo para pelear los nuestros.

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